LA AMISTAD SALVO SUS VIDAS
En un bosque cerca de la
ciudad vivían dos vagabundos. Uno era ciego y otro cojo; durante el día entero
en la ciudad competían el uno con el otro.
Pero
una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El ciego podía
escapar, pero no podía ver hacia donde correr, no podía ver hacia donde todavía
no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que aún existía la
posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo – el fuego era demasiado
rápido, salvaje- , así pues, lo único que podía ver con seguridad era que se
acercaba el momento de la muerte.
Los
dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una
repentina claridad: «el otro hombre, el ciego, puede correr, y yo puedo ver».
Olvidaron toda su competitividad.
En estos momentos críticos
en los cuales ambos se enfrentaron a la muerte, necesariamente se olvidaron de
toda estúpida enemistad, crearon una gran síntesis; se pusieron de acuerdo en
que el hombre ciego cargaría al cojo sobre sus hombros y así funcionarían como
un solo hombre, el cojo puede ver, y el ciego puede correr. Así salvaron sus
vidas. Y por salvarse naturalmente la vida, se hicieron amigos; dejaron su
antagonismo.
Yessica Victoria,
Novicia MAR
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