LECTIO DIVINA DOMINGO XXXlV DEL TIEMPO ORDINARIO-CICLO A, SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO. EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 25,31-46
“Se sentará en el trono de su gloria y separará a
unos de otros”
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu
de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad toda entera, abre
nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Tú, que descendiendo sobre
María de Nazareth, la convertiste en tierra buena donde el Verbo de Dios pudo
germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que opone resistencia a la
Palabra. Haz que aprendamos como Ella a escuchar con corazón bueno y perfecto
la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y
producir fruto con nuestra perseverancia.
CONTEXTO:
Queridos hermanos: hemos llegado al final de nuestro año litúrgico, por eso este día es una oportunidad para evaluar nuestro camino durante todo este año, hoy encontramos un texto que forma parte de un discurso escatológico (24, 1-25, 46) pronunciado por Jesús en el monte de los Olivos a sus discípulos aparte (24, 3). El discurso parte del anuncio de la destrucción de Jerusalén para hablar del fin del mundo. Los dos sucesos se confunden como si fuesen uno solo. Esta parte del discurso termina con la venida del Hijo del hombre con gran poder y gloria. El enviará a sus ángeles a reunir a todos sus elegidos (24, 30-31). En este punto el flujo cronológico de los hechos anunciados se interrumpe con la inserción de algunas parábolas sobre la necesidad de vigilar para no ser sorprendidos a la llegada del Hijo del hombre (24, 24-31).
TEXTO
Santo Evangelio según Mateo 25, 31-46
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
•
Mateo 25,31-33: Abertura del Juicio Final. El Hijo del Hombre reúne a su
alrededor a las naciones del mundo. Separa a las personas como el pastor separa
a las ovejas de los cabritos. El pastor sabe discernir. El no se equivoca: las
ovejas a la derecha, los cabritos a la izquierda. El sabe discernir a los
buenos y a los malos. Jesús no juzga, ni condena (cf. Jn 3,17; 12,47). El
apenas separa. Es la persona misma la que juzga o se condena por la manera como
se porta en relación con los pequeños y los excluidos.
•
Mateo 25,34-36: La sentencia para los que están a la derecha del Juez. Los que
están a su derecha son llamados “¡Benditos de mi Padre!”, esto es, reciben la
bendición que Dios prometió a Abrahán y a su descendencia (Gen 12,3). Ellos son
convidados a tomar posesión del Reino, preparado para ellos desde la fundación
del mundo. El motivo de la sentencia es éste: "Tuve hambre y sed, era
extranjero, estaba desnudo, enfermo y preso, y ustedes me acogieron y
ayudaron”. Esta frase nos hace saber quiénes son las ovejas. Son las personas
que acogieron al Juez cuando éste estaba hambriento, sediento, extranjero,
desnudo, enfermo y peso. Y por el modo de hablar "mi Padre" e
"Hijo del Hombre", sabemos que el Juez es Jesús mismo. ¡El se identifica
con los pequeños!
• Mateo
25,37-40: Una demanda de esclarecimiento y la respuesta del Juez: Los que
acogen a los excluidos son llamados “justos”. Esto significa que la justicia
del Reino no se alcanza observando normas y prescripciones, pero sí acogiendo a
los necesitados. Pero lo curioso es que los justos no saben cuándo fue que
acogieron a Jesús necesitado. Jesús responde: "¡Toda vez que lo hicisteis
a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis!" ¿Quiénes
son estos "hermanos míos más pequeños"? En otros pasajes del
Evangelio de Mateo, las expresiones "hermanos míos" y
"pequeñuelos" indican a los discípulos (Mt 10,42; 12,48-50;
18,6.10.14; 28,10). Indican también a los miembros más abandonados de la
comunidad, a los despreciados que no tienen a dónde ir y que no son bien
recibidos (Mt 10,40). Jesús se identifica con ellos. Pero no es sólo esto. En
el contexto tan amplio de esta parábola final, la expresión "mis hermanos
más pequeños" se alarga e incluye a todos aquellos que en la sociedad no tienen
lugar. Indica a todos los pobres. Y los "justos" y los "benditos
de mi Padre" son todas las personas de todas las naciones que acogen al
otro en total gratuidad, independientemente del hecho de ser cristiano o
no.
•
Mateo 25,41-43: La sentencia para los que están a su izquierda. Los que están
del otro lado del Juicio son llamados “malditos” y están destinados al fuego
eterno, preparado por el diablo y los suyos. Jesús usa el lenguaje simbólico
común de aquel tiempo para decir que estas personas no van a entrar en el
Reino. Y aquí también el motivo es uno sólo: no acogieron a Jesús hambriento,
sediento, extranjero, desnudo, enfermo y preso. No es Jesús que nos impide
entrar en el Reino, sino nuestra práctica de no acoger al otro, la ceguera que
nos impide ver a Jesús en los pequeños.
• Mateo 25,44-46: Un pedido de aclaración y la respuesta del Juez. El pedido de esclarecimiento muestra que se trata de gente que se porta bien, personas que tienen la conciencia en paz. Están seguras de haber practicado siempre lo que Dios les pedía. Por eso se extrañan cuando el Juez dice que no lo acogieron. El Juez responde: “¡Todas las veces que no hicieron esto a unos de estos pequeños, conmigo dejasteis de hacerlo!” ¡La omisión! ¡No hicieron más! Apenas dejaron de practicar el bien a los pequeños y acoger a los excluidos. Y sigue la sentencia final: estos van para el fuego eterno, y los justos van para la vida eterna. ¡Así termina el quinto libro de la Nueva Ley!
¿QUÉ ME DICE EL
SEÑOR?
Hoy te agradezco Señor, por la invitación que me haces
a ser como Tú, a fijarme en todos mis hermanos, especialmente en los mas
pequeños, en los desvalidos, en los que sufren situaciones difíciles, hoy me
invitas a ser hermana de los demás y a acompañarlos en lo que ellos están viviendo.
¿QUÉ LE DIGO YO AL
SEÑOR?
Señor: te doy gracias por este año litúrgico que me has concedido, ha sido una oportunidad para descubrirte como un Padre amoroso y comprometido con todos tus hijos, ayúdame a caminar de tu mano y a ser misericordiosa como lo eres tu conmigo, ayúdame a atenerte como el único Señor de mi vida, que mis acciones siempre estén en dirección hacia ti.
Fuente:
https://www.ocarm.org/es/content/lectio/lectio-jesus-cristo-rey-universo
Diana Gómez
MAR
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