¿PORQUÉ CONFESARNOS?
El primero de los sacramentos de la Iglesia, el Bautismo, tiene como materia prima el agua. Por él nacemos a la comunidad cristiana. Pero gozamos de otro, que se fabrica con el diálogo interpersonal. El sacramento de la Reconciliación, por el cual compartimos nuestra experiencia de fe, identificando los obstáculos que nos impiden una amistad segura con el Señor.
Conviene reconocer que la práctica de la confesión se ha modificado en
los últimos tiempos. El sentido del pecado, bajo la luz de aquellas ciencias
que tocan el comportamiento humano, se ha situado más en la conciencia que en
las leyes externas. Aunque para otros creyentes todo concepto de pecado se ha
borrado de su panorama interior. Sin embargo, pecar sigue siendo romper la
alianza con un Dios que nos ama.
Pero los cristianos de hoy deseamos que este diálogo -
sacramento sea amistoso. Sin prisas. Dentro de un clima de respeto a
nuestra situación de pecadores. Y ante todo, que se nos muestren caminos de
renovación y de esperanza.
No equivale la confesión a una entrevista sicológica, pero este
encuentro a veces se ilumina con ciertos elementos de la ciencia del alma.
Advertimos también cómo a muchas personas les incomoda el confesionario.
Quisieran un lugar más acogedor, donde puedan expresarse y escuchar, sin la
presión de muchos otros que aguardan también el sacramento.
Por todo lo anterior, vale la pena que así como una vez decidimos pecar,
emprendamos ahora el camino de regreso hacia el Padre. Para ello es oportuno
buscar una entrevista con algún sacerdote amigo, a quien podamos abrir nuestra
conciencia sin temores. Lo cual conviene hacer antes de la Semana Santa, porque
entonces el tiempo de los ministros escasea.
Es un hecho. Numerosos cristianos encontraron por una buena confesión,
el camino hacia una vida más cristiana y más feliz.
Yessica Victoria,
Novicia MAR
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