Conocer, acoger y amar al Dios de la Vida

Hace algunos meses estamos conociendo más a fondo la Revelación de Amor por parte de Dios narrada en las Sagradas Escrituras.  “La novedad de ésta consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros.”[1]
 
En cada acontecimiento de la historia de salvación, reconocemos que “Dios invisible,  movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía”[2] Dicha Palabra llega a su plenitud en el misterio de la encarnación; Dios ha dispuesto hablarnos en nuestro lenguaje desde Jesucristo.
 
Su amor incurre  en una historia muchas veces apropiada y arrebatada de sus manos “mi historia, mi vida”, sepultando lo que el salmista reconoce “Él modeló cada corazón, y  comprende todas sus acciones”[3].
La narración bíblica confirma que  todas las manifestaciones divinas para que sean captables por el ser humano deben ocurrir en el ámbito de la historia.
Cuando se aprende, como el pueblo de Israel, a reflexionar  y mirar la historia con ojos de fe nos permitimos acceder al corazón de Dios y  caer en la cuenta que historia no es sólo acontecimientos externos sino más plenamente acciones y decisiones que se emprenden frente a la realidad convencidos que el Dios que salva vela y camina con su pueblo.
Desde ahí el ser humano se presenta ante la historia convencido, como el salmista: “El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.  No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel”[4]
En el encuentro pasado profundizamos acerca de dos acontecimientos importantísimos en el pueblo de Israel como lo es el contexto de ambos reinos después de la división hasta la caída de Jerusalén en 587a.C. y el exilio;  momento especial en la reflexión teológica ante el acontecimiento de perder las tres bases de su seguridad religiosa-política (rey, templo, tierra) y descubrir la nueva imagen del Dios de la Vida y Liberador que se hace sentir cercano a través de los profetas.
Un detalle importante para nuestra vida espiritual a partir del exilio, es que el pueblo llega a asumir los medios del templo, la tierra y el rey como fines, olvidando que detrás de cada uno está el fin es decir Dios que se deja encontrar.  Al verse lejos de estas seguridades inician una renovación de confianza y relación con Yahvé.
¿Cómo vivo los sacramentos, la vida de servicio apostólico, los estudios, la vida familiar, las relaciones? ¿Cómo medio para… o fin de….?

Brenda Ovalle. Novicia MAR

 



[1] Verbum Dei. Primera Parte. Pag. 13
[2] Dei Verbum. Capítulo I, No. 2
[3] Salmo 32,15
[4] Salmo 120,2

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