Conociendo nuestra historia...
Nuestras novicias, bien juiciosas, en el recreo, haciendo manualidades. |
La Santa Infancia nació a
partir de una realidad social de China; Fray Francisco Javier Ochoa comenta: “da
miedo y pone espanto en el corazón que cuando nacen las niñas son abandonadas
en la vía pública o arrojadas a lugares más retirados, donde servirán de comida
a los cuervos, perros o animales más inmundos”. Impresionado por esta realidad
común en las calles de China, monseñor comparte al Padre Provincial. –
¡Qué bueno sería poder recogerlas en la misión;
bautizarlas y educarlas en nuestra Santa Fe! ¡Cómo nos pagaría Dios cualquier sacrificio con el
ciento por uno y después la vida eterna…! Creo que debemos hacer algo por
recoger estas infelices criaturas. Los Agustinos Recoletos se han hecho padres
de estas niñas, -“Nos ocuparemos de darles una educación sólida y después
servirán de maestras, catequistas, o las casaremos con jóvenes buenos
cristianos”...hacen lo que pueden para poder educarlas, vestirlas y
alimentarlas lo mejor posible como verdaderos padres.
Aun conscientes del cambio radical en sus vidas, que implica
salir del monasterio y dedicarse íntegramente a la vida activa muchas fueron
las monjas que se ofrecieron a la misión, pero sólo tres monjas tuvieron la
dicha de la elección, dos salen del convento de Corpus Christi de Granada: Madre
Ángeles García y Madre Carmela Ruiz; la tercera del convento de la Encarnación
de Madrid: Madre Esperanza Ayerbe de la Cruz. Así en el día 5 de abril de 1931 tres
monjas de vida estrictamente contemplativa, marcadas por su gran celo
apostólico y por su confianza en Dios, emprenden vuelo hacia el lejano Oriente,
venciendo todas las dificultades tanto del idioma como de las costumbres
orientales.
Nuestras
misioneras llegan en la misión de China en el día 19 de mayo del mismo año y muy
pronto de clausura se dieron al aprendizaje del difícil idioma chino; se
hicieron cargo de las niñas huérfanas, de la Santa Infancia y de la formación y
guía de las Agustinas Catequistas de Cristo Rey; también no tardaron en tomar
bajo su cuidado lo tocante a la comida, ropería de los misioneros y la
lavandería de los residentes. La casita en que se albergaron era muy pequeña
contaba solo con cuatro habitaciones, con paredes de caña forrada con papel.
Posteriormente se empieza la construcción de una casa donde ofrece mejor
condiciones de vida a las hermanas.
Nuestra novicia Francisca, retomó su labor de punto cruz. |
Pasan volando los tres años que la Santa Sede les
concedió para experimentar la vida misionera, tres años de entrega incansable y
de mucha labor apostólico. Más una vez nuestras valientes misioneras deben
decidir: quedarse en la misión o retornar a sus monasterios, movidas por su celo
misionero y por la fuerza del Espíritu Santo optaron por la vida misionera en
China, pero deben incorporarse a la comunidad de agustinas recoletas de
Filipinas quedando pues amparadas legalmente por esta congregación.
En mayo de 1938 estalla
la guerra chino-japonesa y el trabajo misionero fuera de casa tiene que ser
interrumpido porque los bandidos invaden el lugar, los soldados saquean, las
bombas caen en la misión. Las religiosas y niñas son trasladadas al hospital
para refugiarse de los inminentes peligros de la guerra. Al regresar de su “exilio”,
las misioneras retoman las labores
apostólicas ensanchando su radio de acción a la enseñanza del catecismo en los
suburbios, visitando las cárceles y a los enfermos.
Una vez más monseñor Ochoa se deja interpelar
por la realidad social que le cerca, en medio del escenario devastado por la
guerra ve la necesidad de más operarias
para trabajar en la viña del Señor.
Piensa en privarse de dos de la misión para enviarlas a España con el fin de
fundar un noviciado para formar religiosas para su querida misión, pero no dispone
de recursos económicos para esto.
Dios siempre va conduciendo la historia;
sucedió que al
finalizar el año 1939 el padre de sor Carmela cayó gravemente enfermo y escribe
a su hija misionera que, antes de morir quiere ver a todos sus hijos reunidos y que a ella le pagará los
viajes de ida y regreso a la misión. Mons. Ochoa ve en esta circunstancia la
respuesta a su constante oración “si es tu voluntad” y por ello, envía a madres
Esperanza y Carmela a España, para que además de atender al pedido del padre de
sor Carmela, funden una casa noviciado en España, para reclutar nuevas
vocaciones misioneras para su misión de Kweitehfú.
Sólo
el señor pudo hacer factible que la pequeña semilla arrojada en el corazón de
China, se tornara en árbol frondoso, cuyas ramas se extienden hoy por nueve
países distintos, para acoger bajo su sombra las necesidades, alegrías,
sufrimientos, o esperanzas de cuantos se cobijan en él.
Sintetizado
por: Francisca Braga. Novicia MAR
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