SAULO, AGENTE DE CAMBIO PARA LA COMUNIDAD


Suárez Codorníu, C.L., «Saulo, agente de cambio para la comunidad», Sic 714 (2009) 163-166.

 1.      SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
 El autor presenta como primera tarea de Saulo de Tarso la custodia de la ropa de los que apedrean a Esteban, protomártir cristiano, según aparece en Hch 7,58. Esto significaba un gesto de reconocimiento de la autoridad de esta persona. También, este ejemplo lo vemos en Jesús en personas que se echan a sus pies. Así mismo, Pablo dirá que se echó a los pies de Gamaliel. La pregunta que formula nuestro autor es si hay alguna intención en Lucas de reconocerle autoridad a Saulo y qué tipo de autoridad. Destaca nuestro autor que  Lucas establece ciertos paralelismos entre las vidas de Pedro y Pablo con la vida de Jesús; puede que la intención, a juicio del autor, sea marcar que este personaje Pablo está por iniciar un camino de pasión como el de Jesús. Su pasión, consistirá en un itinerario, un “éxodo” misionero que le posibilitará la comprensión de sí, de su cultura y religión desde otras perspectivas.
Describe nuestro autor a Pablo como hombre de caminos; caminos no exentos de dificultades. Pero, señala, que el camino más decisivo fue el que hizo desde Jerusalén a Damasco. Nuestro autor desarrolla el título del artículo teniendo como base el texto (Hch 9,1-19).  Era típico de los viajes ser asaltado; también Pablo recibió un asalto; el asaltante esta vez venido “desde lo alto”. Citando los textos propios de este momento, nuestro autor recuerda que este modo de proceder acontece en Hechos en tres ocasiones más: en Pentecostés (2,2ª) y las otras dos en el momento de la conversión de Pedro (11,5.9). La vida de los que son asaltados desde lo alto: la comunidad, Saulo y Pedro, se vuelven paradigmas en el conjunto del libro de los Hechos. Cada uno de ellos vivirá una profunda transformación, en una docilidad cada vez mayor a lo que viene de lo alto, es decir en un progresivo compromiso con Jesús y su causa.
En cuanto a la comunidad y a Saulo, se destaca  otro elemento común sobre el tipo de asalto que reciben: lo imprevisto y repentino de la intervención. En cada texto aparece confirmado el “de repente” (cf. 2,2; y 9,3). Recuerda nuestro autor como en la obra de Lucas (Evangelio y Hechos) hay otras dos actuaciones “de repente”: en el anuncio a los pastores (Lc 2,13) y en el relato de un poseído (9,39).
También señala las reacciones que suceden a estos cambios ofrecidos por estos personajes: asombro (pastores), maravillados (liberación del joven poseso) comentaban fuera de sí (predicación de Saulo). Y comenta también que hay unas actitudes respectivas: salen de su marginalidad los pastores, el joven se reintegra en la comunidad, Saulo confiesa a Jesús, Hijo de Dios en las Sinagogas. La consecuencia de los que oyen y ven a estos asaltados es la estupefacción. La palabra de Jesús es determinante para la conversión de estas personas.
Retomando el texto de Saulo el autor nos recuerda la llamada de Dios hecha  en Damasco. Jesús sabe a quién llama y cómo esta llamada exige la atención total del oyente. Sucede así el descentramiento de quien está aferrado a algo. Nos recuerda que es propio de la escritura llamar por el nombre (ejemplo a Jacob, a Samuel, a Marta). Junto al reconocimiento de la identidad la palabra oída por Saulo, es una interpelación, que evoca en cierta manera a los textos de Gn 3,9 ¿dónde estás? Buscan ante todo, la responsabilidad en el modo de proceder; en el caso de Saulo la interpelación apunta hacia su condición de perseguidor.
Esta condición de perseguidor nunca la abandonará Saulo que aunque reconoce que ha perseguido a la Iglesia sin embargo cambiaron ahora el objeto de sus persecuciones: ahora serán la paz, el bien, la justicia, la piedad, la fe, el amor, la ciencia, la humildad. De perseguidor se convirtió en anunciador de la Buena noticia que antaño intentó destruir.
Retomando la llamada a Saulo se fija ahora en la respuesta formulada en forma de pregunta ¿qué quieres Señor? Con la que inicia su discipulado. Aquí radica su conversión. De distinta manera que los discípulos cuando aparece resucitado que no le preguntan quién es porque ya lo conocen, y a diferencia de los judíos que le preguntan ¿tú quién eres? Saulo encuentra en la Palabra un estímulo para saber más. Quiere conocer para aprender de sí mismo y ser capaz de dar razón de sí, de su vida, de su proceder; dejando iluminar todo su misterio y sin razón por aquel que lo ha cuestionado.
Se da así el diálogo, haciéndose la voz cercana. Esa voz desvela su identidad: Yo soy Jesús a quien tú persigues (Hch 9,5). En este “Yo soy” evocan tantas otras expresiones dichas de Jesús a sus discípulos.  Tales palabras se ubican en contextos donde hay miedo: ante la tempestad, resucitado, etc. En el A.T. comenta nuestro autor, la revelación de Dios como “Yo soy” prepara para una misión importante: a Abrahán, a Jacob, a Moisés.
Esa voz desvelada se transforma para Saulo en invitación explícita para superar sus miedos y asumir nuevos compromisos. Verifica también Saulo que al igual que Adán, Eva, Caín, y a pesar de sus transgresiones, ninguno de ellos, incluido él no ha sido castigado ni eliminado, sino que Dios les abre a todos ellos, incluido  a él, caminos nuevos.
A la luz de las Escrituras, se vislumbra que la vida de Saulo se prefigura como la de aquel que al igual que las figuras relevantes de los patriarcas y liberadores asumirá su misión. Y con ella, esta nueva tarea se vislumbra también no exenta de fatigas e incomprensiones.
El conocimiento de Cristo produce un dinamismo nuevo en Saulo; evidente en la palabra que recibe en Damasco: “Levántate, que para esto me he aparecido a ti, para nombrarte servidor y testigo de que me has visto y de lo que te haré ver”. (Hch 26,16). Añade además nuestro autor que esta palabra introduce a Saulo en el interior de la comunidad, entendiendo también como su persecución a Jesús se reflejaba en su modo de perseguir y maltratar a los cristianos.
Hasta este momento, dice el autor,  la dimensión comunitaria solo queda expresada en la identificación de Jesús con los cristianos perseguidos. Indica  a continuación la  forma como Saulo es iniciado en la comunidad: 1. Asumiendo su minoridad, es decir, dejando que otros actúen sobre él. Ante esto sigue sin ver, confuso. 2. Tiene que desarmarse: es decir, dejar de ser cazador de cristianos. Ahora sus manos quedan vaciadas de odio y anhelo de opresión, abriéndose a los que ahora le guían.
A partir de aquí, la voz directa calla, y se pone en marcha la actitud de obediencia a la Palabra.
En continuación con Hch 9 nuestro autor nos refiere que una vez que Saulo entró en la ciudad, entra en acción Ananías, seguidor de Jesús, a quién Saulo reconoce, quien también como Saulo reconoce la voz y le indica a donde tiene que ir (v.11). Igual que Saulo a Ananías le toca superar sospechas y temores, pero confiado en la Palabra inicia su éxodo. Dice nuestro autor que el punto de encuentro no es elegido por ninguno de los dos sino que ya está dado; es la calle Recta. Paradójicamente, el nombre de la calle alude también a cómo los dos enderezan sus vidas (Lc3,4; Is 40,3-5). Ya encontrados, Ananías se acerca: toca a Saulo, imponiéndoles las manos, llamándolo por su nombre y llamándolo hermano. La clave de estas acciones las revela Ananías al decir que ha sido enviado por el Señor Jesús, para que recobre la vista y reciba el Espíritu Santo (Hch 9,17). Con esta misión cumplida Saulo entra a pertenecer a la comunidad. Solo así puede recobrar la vista, levantarse, bautizarse, comer y recobrar fuerzas (v.18) y compartir con la comunidad de Damasco (v.19). Nuestro autor señala la paradoja del momento pues aquella comunidad que fue objeto de las amenazas de Saulo ahora es objeto de su conversión y vida plena.
El autor termina el artículo refrendando cómo por este medio Saulo se convierte y se transforma en agente de cambio para la comunidad que también supera sus prejuicios y temores; aseverando que esta convergencia de uno (Saulo) y de otro (Ananías), radica en esa obediencia a la voz de lo alto, que a principio de página reseñábamos; voz que asalta y derriba, levanta y encamina. Saulo y Ananías tuvieron esta fuerte experiencia de una fraternidad en principio impensable, que lejos de atar, liberó y permitió el anuncio valiente del nombre de Jesús (v. 28).  
2. DIÁLOGO CON EL AUTOR
El autor del artículo cuestiona en un primer momento la intención de Lucas sobre la autoridad de Saulo que aparece con las ropas de los que apedrean a Esteban  a sus pies y por otro lado señala en otro texto que se educó  a los “pies de Gamaliel”. Con ello pareciera indicar, nos dice el autor, que Pablo va a iniciar un camino de pasión como el de Jesús. Me llama la atención este dato como novedoso. Nos sucede no pocas veces que en la vida que llevamos se nos cambian los roles. La autoridad de Saulo por su formación y defensa de la causa de la religión judía se le tornó. No perdió autoridad sino que la refrendó con su vida cuando se convirtió; se le trastocó toda su formación y contenido de fe cuando se encontró con la persona de Jesús y se adhirió a Él. En una vida en Él obviamente tiene que caber la pasión, como consecuencia de  la entrega total y la obediencia a su Palabra como la vivió Jesús; y Pablo fue consecuente con ello.
Una segunda idea que me llama la atención es el análisis que el autor desarrolla a partir de la “voz  de lo alto” que se da tanto en Pentecostés (comunidad), como en Pedro y Saulo que los convertirá en protagonistas de la causa de Jesús. Dios llama, Dios habla, el Espíritu Santo impulsa…son los actos gratuitos y salvíficos que se revelan en el corazón de la Iglesia naciente y de sus seguidores y la misma acción gratuita que Dios tiene con todos los hombres en todos los tiempos. De igual forma la expresión “ de repente” con los ejemplos bíblicos que el autor nos propone y las acciones que toman los personajes que son afectados por las sorpresas de Dios, suscita también dinamismos de gracia y de respuesta que evidencian la acción de Dios en los hombres y el reconocimiento de su actuar salvífico. De todo esto, refrenda nuestro autor la importancia que tiene la Palabra en los cambios de vida de todas estas personas.
Acogiéndome a este aporte considero también la valía de la Palabra de Dios en nuestra vida. La primera comunidad, modelo de vida cristiana, Pedro y Pablo, dieron testimonio de la Palabra dada con su vida, y el llamado que encuentro en este análisis es el conocimiento profundo de Dios por medio de su palabra y el dinamismo que esta despierta cuando la fe y la adhesión se viven con autenticidad.
Como tercera idea a destacar del artículo es la condición de perseguidor de Saulo. Un hombre radical en las causas que defiende. Pero ahora, de perseguidor se convierte en perseguido (pasión anteriormente mencionada) y a su vez, torna el objeto de su persecución; enamorado de Cristo motiva a perseguir lo que logra alcanzarlo: la paz, el amor, el bien, la fe, la piedad, etc.
Como cuarta idea me quedo con ese diálogo que se establece entre la voz y Saulo. El diálogo pone en tónica de cercanía, de responsabilidad y compromiso a Saulo haciéndole ver su actuar improcedente, pero también entrando en lo profundo del misterio donde se da el cambio, se palpa la Vida y se toma conciencia de la inconsciencia de cómo actuaba hasta ese momento. Saulo, reconoce en el diálogo la voz de Dios, reconoce la Palabra misma que él ha conocido y amado pero no había experimentado hasta este momento donde Dios se le desvela y le transforma por dentro.
Por último, este modo de presentarnos nuestro autor a Saulo introduciéndose en la comunidad me es también novedoso y cuestionante. Tanto Ananías como Saulo tienen que superar temores. Tanto uno como el otro tienen que encontrarse y enderezarse. Dios crea el espacio. La comunidad es el espacio donde la Trinidad derrama sus dones; así rezan en nuestras Constituciones de misioneras agustinas recoletas. Y, se ve claro, que cada uno tiene que ceder a lo suyo para abrirse a la Palabra. La Palabra en este caso es la que dirige y congrega; purifica y sana. El hombre viejo cae y un hombre nuevo nace. Saulo es ahora Pablo, de perseguidor a perseguido, de amenazador de comunidades a agente de cambio en esas mismas comunidades. El amor fraterno es el lugar privilegiado de experiencia y adoración de Dios dice también la regla agustiniana.

3. APROPIACIÓN

Aunque es un artículo corto siento que presenta un denso contenido. Para mi vida personal y como formadora me apropio de lo siguiente:
-          Dios toma la iniciativa en la llamada (voz de lo alto). Se requiere del que es llamado la escucha atenta y la libertad para decidir acceder a esa gracia.
-          La conversión es un proceso continuo de cambio; ese cambio viene dado por el conocimiento de Cristo en la formación para una mentalidad evangélica consistente en la asimilación progresiva de los sentimientos del Señor y se da como proceso pascual hasta configurarnos con El, como le sucedió a Pablo y a los Apóstoles.
-          Esa voz interna o de lo alto, es el Espíritu Santo que mueve el ser del cristiano y lo guía por medio de la fe hasta su transformación total. Es un éxodo que el cristiano tiene que hacer cuando se deja interpelar por la Palabra; salir de sí, al encuentro del Otro, para comprenderse, ubicarse en el mundo y vivir de una manera nueva.
-          La comunidad es el espacio donde Dios derrama su Espíritu y sus dones. Es la comunión, la fraternidad la consecuencia de este dejarse guiar y vivir de esta nueva manera.
-          Cuando los fines que perseguimos son meramente humanos o existenciales las consecuencias no garantizan la vida. Cuando los fines que perseguimos van precedidos por la fe en Jesucristo el dinamismo misionero del Espíritu activa en nosotros sus propios frutos.
-          Hay que estar en disposición de éxodo permanente para no aferrarnos a lo humano, sino que dinamizados por el Espíritu nos abramos a la libertad para escoger siempre el querer de Dios. Tiene que haber una voluntad de partir, de dejar el pasado y adentrarse de lleno en el porvenir que trae la llamada. Hace falta dejar algo de lado para encontrar el amor, la caridad que conduce a Dios. Así les sucedió a Ananías y a Pablo. De igual manera, para descubrir la profundidad del proyecto divino hace falta salir. Cuando uno ama a Dios hay que salir y asumir un riesgo. La vocación de Pablo es semejante; “cae del caballo”, pierde la vista y debe partir para encontrar a alguien que le ayudará a discernir su vocación. Alguien le ayudará (Ananías) a ver más claro en lo que se refiere a su vocación. El busca la luz y por ello es iluminado.
-        Todo cristiano que busca configurarse con Cristo, aferrado a su Palabra y persona, necesariamente tiene que pasar por un proceso pascual. 
-         Ananías como formador me invita a revisar mi actuar, y a desenmascarar aquellos prejuicios y temores que no me ayudan a establecer el diálogo auténtico con la formanda de cara a su progresiva identificación con Cristo en el hermano. La tarea formativa exige mucho tacto, entrar con los pies descalzos y sobre todo que el formador haya hecho su éxodo de salir de sí, al encuentro del otro.
-          El tema de la obediencia en relación a la  fe me parece crucial y plataforma de todo el artículo. Una vez más se ratifica que la conversión es gracia exige la respuesta a la Palabra dada.
-    Por último, el título del artículo es sugerente de por sí. Ser cristiano es ser agente de cambio para la comunidad. Pero nuestra identidad cristiana tiene que ser auténtica y la experiencia de Dios, en diálogo continuo con su Palabra, deben ser los fundamentos de nuestra vida. Si vivimos lo que creemos y creemos lo que profesamos apostando la vida en ello, seremos creíbles.
-          Todo formador debe favorecer un proceso de discernimiento que conduzca valientemente a elegir una forma de vida.


Nieves María Castro Pertíñez. MAR

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