EL CARISMA DE LAS MISIONERAS AGUSTINAS RECOLETAS EN LA FAMILIA AGUSTINIANA -IX-
III.. LA CONGREGACIÓN DE
MISIONERAS AGUSTINAS RECOLETAS
3.1. NUESTRA IDENTIDAD EN EL
ESCUDO DE LA CONGREGACIÓN
Brotamos las Misioneras Agustinas Recoletas de un impulso
apostólico que nuestro fundador fray Francisco J. Ochoa sintió dentro de se ser
a favor de las Misiones de China. Somos, pues, misioneras de nacimiento. Fuimos
enviadas por Dios a trabajar en su viña. Nacimos a la vida desde el silencio
fecundo del claustro. Venimos de lo interior a lo exterior, de lo contemplativo
a lo activo. Estamos enraizadas por la fuerza del árbol en la familia agustiniana.
Somos Misioneras Agustinas Recoletas. En nuestro nombre se condensa nuestra
identidad.
El escudo de la Congregación presenta todos los elementos de
nuestro carisma. Entendemos en él, el
sueño de Dios para nosotras; lo que quiere que vivamos y con lo que hemos de
identificarnos.
A la luz de la Palabra de Dios y de nuestros documentos, hacemos
una relectura de estos símbolos que aparecen en nuestro escudo.
3.1.1. El corazón de Jesucristo
rodeado de espinas
Somos mujeres apasionadas por Cristo y su Evangelio. Como
Misioneras somos llamadas a potenciar el compromiso de nuestro Bautismo, [1] viviendo a plenitud la
dimensión profética, que nos lleva a configurarnos con Jesús, siendo memoria
viviente del modo de existir y de actuar de Jesús como verbo encarnado ante el
Padre y ante los hermanos.[2] Es un profetismo inherente
a la vida consagrada que radica en el seguimiento de Jesús y la entrega a la
misión sin anteponer nada al amor personal por Cristo y por los pobres en los
que Él vive.[3]
La vida que llevó Jesús, nuestro único y auténtico maestro, nos
invita a compartir la situación social de los pobres, de los que sufren, de los
carentes de amor[4].
La fuente de nuestro dinamismo misionero es la unión vital con
Cristo en la oración, la vivencia comunitaria de todo nuestro ser y las
necesidades que descubrimos en cada realidad concreta[5].
3.1.2. El corazón de san
Agustín
Vivimos en comunidad de hermanas según el propósito de san Agustín
de vivir unánimes y concordes con un alma sola y un solo corazón.[6] Buscamos ser una comunidad
que viva para el anuncio de Jesús Resucitado, creando, desde la comunidad,
fraternidad entre los hombres. [7]
Nuestras comunidades han de caracterizarse por su apertura a la
Palabra de Dios y a los acontecimientos históricos; por su capacidad de
compartir la experiencia de fe, vida y trabajo como fuente de dinamismo; por su
actitud de discernimiento ordenando la vida en función de la misión; por su
capacidad de insertarse en la realidad del entorno con sentido crítico y en
defensa de la vida. Hemos de ser comunidades cercanas a la gente, ágiles y
creativas, posibilitando en todo momento ambiente de sencillez, respeto,
libertad y alegría, en continua actualización para dar respuestas evangélicas,
oportunas y adecuadas a las necesidades que surgen[8].
Nuestro primer campo de evangelización es la propia comunidad en
su búsqueda constante de unidad y caridad. Ella anuncia a Cristo mediante este
testimonio[9].
3.1.3. El corazón de María
Como mujeres consagradas estamos llamadas a ser, un signo de la
ternura de Dios hacia el género humano.[10] Somos mujeres que como
María, vivimos la contemplación. La Palabra nos ilumina e interpela. La
contemplación de esta Palabra nos abre a las necesidades de los hermanos.
Contemplativas en la acción, no sólo escuchamos la Palabra de Dios, sino el
grito de los hombres que sufren. Como María que amó intensamente porque se
sintió amada, hemos de responder con la entrega incondicional de nuestra vida,
consagrando todo, presente y futuro, en sus manos.[11]
3.1.4. La Eucaristía
La Eucaristía, signo de comunión entre los hombres, nos invita a
lavar con El los pies a los más pobres. Nuestras actitudes y acciones de
solidaridad han de ser expresión del amor apasionado de Dios por el hombre y de
su ternura para con los excluidos. Queremos vivir proféticamente, además de la
dimensión personal, la dimensión social que los consejos evangélicos poseen, ya
que cada uno es anuncio de la Buena Nueva y denuncia de los aspectos de la
sociedad que son contrarios al Evangelio.[12]
Teniendo a Dios como absoluto y asumiendo un estilo de vida
evangélico , nos solidarizamos con los pobres para promover junto con ellos los
valores cristianos, construyendo un nuevo modelo de sociedad que anuncia la
posibilidad de una convivencia humana más fraterna. [13]
3.1.5. La Cruz
Por nuestro carisma misionero somos llamadas a dar un testimonio
particular de la dimensión profética de la misión de la Iglesia.[14] Por ello, nuestras líneas
maestras determinan la opción preferencialmente por los lugares de misiones y puestos
de vanguardia, la evangelización a todos desde los pobres, asumiendo la postura
profética de Jesús que anuncia la justicia y la fraternidad y realiza el Reino
como liberación y plenitud de vida y denuncia de los valores y estructuras
ajenas al plan de Dios. [15]
Como consagradas descubrimos que el Cristo descubierto en la
contemplación es el mismo que vive y sufre en los pobres,[16] y en el rostro de tantos
crucificados, hermanos nuestros en los que Él vive. Denunciamos todo aquello
que contradice la voluntad de Dios y, en discernimiento comunitario,
escudriñamos nuevos caminos de actuación del Evangelio para la construcción del
Reino. [17]
3.1.6. Sólo a Dios el honor y la gloria
¿Y todo esto para qué? ¿Qué quiere Dios de nosotras? Monseñor
Ochoa bien lo expresó cuando decía que, todo fuese para honra y gloria de Dios.
Y ¿Cuál es la honra y gloria de Dios? Simplemente, y desafiadamente, que el hombre viva, pues para esto vino
Jesús al mundo, para traer vida y vida abundante (Cf. Jn 10,10).
3.2. NUESTRA PRESENCIA
El crecimiento de la congregación y su expansión, fue propiciando
una mayor organización que, condujo a la creación de viceprovincias y
posteriormente provincias, quedando, constituidas de la siguiente manera.
Nuestra Señora de la Consolación, creada el 10 de abril de 1991;
integrada por las casas de España, Ecuador y México.
San Agustín, creada el 31 de enero de 1992; integrada por las
casas de Colombia y Perú.
Santa Rita de Casia, creada el 22 de mayo de 1992; integrada por
las casas de Brasil y Argentina.
Viceprovincia Santa Mónica, creada el 12 de diciembre de 1993;
integrada por las casas de Venezuela y Cuba.
Las casas de China y Taiwán, (ésta última se erigió el 12 de
diciembre de 1995), dependen directamente de la Curia General. (Actualmente las casas de China forman parte de la provincia de Nuestra Señora de la Consolación; y, Taiwán, en estos momentos, aunque no está cerrada canónicamente, no tiene presencia mar).
3.3. MIRANDO AL FUTURO
Estamos presentes en once países, ocho de ellos, en América
Latina. Muchos son los problemas que amenazan a nuestros pueblos: violencia,
injusticia, desempleo, guerrilla, narcotráfico, crisis de valores
humano-cristianos, corrupción, política neoliberal, marginación,
desvalorización de la vida en una sociedad de muerte y extrema pobreza.
Reconocemos que el rostro sufriente de Jesús está hoy
preferentemente en los excluidos y por tanto, sentimos la necesidad de que
nuestra respuesta sea más profética y más comprometida con la causa de los
pobres.
Tendemos hacia la inculturación e inserción, y a vivir en actitud
constante de adaptación a los nuevos tiempos para actualizar el carisma.
Queremos asumir una postura clara a favor de la vida siendo signos
proféticos en la anormalidad sociológica, compartiendo la suerte de los pobres.
Consideramos que la vida religiosa está cambiando, algo nuevo está
surgiendo y el paso del Espíritu, a través de estos acontecimientos, está
exigiendo de nuestra vivencia, mayor escucha de la Palabra, mayor implicación
en la historia y mayor audacia para asumir consecuentemente el precio de una
entrega radical a Jesucristo y a su Evangelio.
Apoyamos una “espiritualidad de comunión” que se expresa en formas
nuevas y originales que nos exigirá gran dosis de creatividad para compartir el
carisma y trabajo con los laicos en actitud de colaboración e intercambio de
dones”.[18]
Necesitamos promover la presencia de una vida religiosa que sea
testigo y agente de fraternidad, anuncio de los valores trascendentes. Una
respuesta de espiritualidad a la búsqueda de lo sagrado y a la nostalgia de
Dios. [19]
Ante la crisis de vocaciones, que actualmente sufre la
congregación, precisamos “dinamizar el trabajo de pastoral vocacional.”[20]
Por último, en el marco de la celebración del IX capítulo general
y abocadas al tercer milenio, nos proponemos la refundación de nuestra vida
religiosa. Nos toca interpretar los signos de los tiempos con la intuición de
que habrá que partir hacia los nuevos areópagos que los actores de la
postmodernidad nos vayan designando.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
AGMAR (1931,
1946,1954), Leganés, Madrid.
AYAPE, E. OAR:
Madre Esperanza Ayerbe de la Cruz. Augustinus. Madrid, 1991.
BAGGIO, A. y PIRONIO. E. Sagrada Congregación de Obispos. Sagrada
Congregación de religiosos. Instrucción Mutuae Relationes. Ed. Claretianas.
Roma, 1978
BOVE, C. ofm: Mariae Spei a Cruce. Congregatio de Causis
Sanctorum. P.N. 1788. Roma, 1977.
RUIZ. C. mar: Manuscrito de Madre Carmela Ruiz. Curia General MAR.
Madrid, 1999
GARCÍA, A. Una misionera Agustinas Recoleta en China. Curia MAR.
Madrid, 1984
GARCÍA, M. mar Espiritualidad de la Vida Consagrada. Según
Exhortación apostólica Vita Consecrata. Madrid. 1997
GÓMEZ, E. mar. Las
Misioneras Agustinas Recoletas en América. Madrid. 1998
JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica “Vita Consecrata”. Cuadernos
Confer 3. Madrid. 1995
MAR: Boletín de la
Congregación. N° 1- diciembre 1956
------: Boletín de
la Congregación. N° 8. Monteagudo, 1959
------:
Constituciones y Directorio. Madrid 1994
PANEDAS; i. OAR: Los Agustinos Recoletos en China. Recolletio 17
(1994) 211-298.
PIPAÓN, J. oar: Capítulo General 1998. Informe del prior General
sobre el Estado de la Congregación. Orden de Agustinos Recoletos. Roma.
[1]
Cf. CC. N° 4
[2]
Cf. Vita Consecrata, N! 22
[3] Cf.
Ib.N° 84
[4]
Cf. Ib.N° 30
[5]
Cf. Ib. N° 77
[6]
Cf. Constituciones, N° 5. Curia MAR. Madrid, 1993
[7]
Cf. Directorio. N° 2. Curia MAR. Madrid, 1993
[8]
Cf. Ib. N° 26
[9]
Cf. CC N° 78
[10]
Cf. V.C. N° 57
[11]
Cf. V.C. N° 17
[12]
Cf. Directorio. N° 5
[13]
Cf. Ib. N° 7
[14]
Cf. Ib. N° 46
[15]
Cf. Ib. N° 47
[16]
Cf. V.C. N° 82
[17]
Cf. Ib. N° 84
[18]
Cf. GARCÍA, M.: o.c. , 28
[19]
Cf. V.C. N° 103
[20]
Cf. GARCÍA, M. mar. Informe sobre el estado de la Congregación. Madrid. 1999
Comentarios
Publicar un comentario