CONSTITUCIÓN SACROSANCTUM CONCILIUM

Sobre la Sagrada Liturgia


Del número 44 al 87.

La Constitución Sacrosanctum Concilium nos va orientando acerca de las diversas áreas de la liturgia, en los números 44 al 46 nos habla sobre la importancia de instituir comisiones litúrgicas, donde haya  especialistas en la ciencia litúrgica, música, arte sacro y pastoral, sin excluir seglares. La finalidad de estas será guiar dentro de su territorio la acción pastoral litúrgica bajo la autoridad territorial eclesiástica, así como promover estudios y experiencias necesarias cuando se trate de adaptaciones que deben proponerse a la Santa Sede. Cada diócesis contará con una comisión litúrgica bajo la autoridad del obispo, en algunos casos se podrán unir varias diócesis aunando fuerzas. También se establecerán comisiones en cada diócesis de música y de arte sacro. Es necesario que estas tres comisiones trabajen unidas y en otros casos que se fundan en una sola.

CAPITULO II

EL SACROSANTO MISTERIO DE LA EUCARISTÍA



Nuestro Señor Jesucristo en la última Cena instituyó el sacramento de la Eucaristía: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad[i]; cuyo memorial  de su muerte y resurrección ha sido confiado a su Esposa la Iglesia, hasta su vuelta.

La Iglesia debe procurar que los fieles que asisten a la misa tengan una participación plena y activa, que sean instruidos en la Palabra de Dios, fortaleciéndose de esta manera en la mesa del Banquete Eucarístico y den gracias a Dios, ofreciéndose a sí mismos como hostia uniéndose cada vez más a Dios.

En las misas donde asiste el pueblo, en especial los domingos y fiestas se decreta lo siguiente:

Revísese el ordinario de la misa de modo que sea claro  y de sentido a cada una de las partes de la misa. 

Simplifíquense los ritos, conservando su sustancia y suprímase los ritos que sean menos útiles, así mismo restablézcanse algunas cosas que han desaparecido a causa del tiempo según sea conveniente.

En cuanto a la mesa de la palabra de Dios, ábranse con mayor amplitud los tesoros que hay en ella, de modo que en un determinado tiempo de años el pueblo lea las partes más significativas de la Sagrada Escritura.

Se recomienda como parte de la liturgia la homilía, en ella se exponen los textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana. Por lo tanto en fiestas de precepto y domingos no se debe omitir, a no ser que sea por una causa grave.

Restablézcase la oración de los fieles después del Evangelio y de la homilía, principalmente en fiestas y domingos, de modo que el pueblo pueda participar en la oración de súplica de la Iglesia.

En las misas celebradas con asistencia del pueblo se pueden realizar en la lengua vernácula en especial las lecturas y la oración común.

Las dos partes de la misa, la Palabra y la Eucaristía deben estar íntimamente unidas ya que forman un solo acto de culto. Es tarea de los pastores instruir a los fieles acerca de la participación en toda la celebración eucarística.

CAPITULO III

LOS DEMÁS SACRAMENTOS Y LOS SACRAMENTALES



Los sacramentos ayudan a la santificación de los hombres, a la construcción del Cuerpo de Cristo y a dar culto a Dios. Ellos alimentan y fortalecen la fe. Es de suma importancia que los fieles conozcan los signos sacramentales y los reciban con mayor frecuencia ya que alimentan la vida cristiana.

La Iglesia además ha instruido los sacramentales, ellos son signos sagrados creados según el modelo de los sacramentos, por medio de ellos brotan efectos de carácter espiritual, obtenidos por la intercesión de la Iglesia.

Por medio de los sacramentos y sacramentales el pueblo se prepara y se dispone para que por medio de la gracia divina que nace del misterio Pascual (muerte y resurrección de Jesús) se santifiquen.

Algunas reformas en los ritos sacramentales son:

Si es conveniente se pueden administrar los sacramentos en lengua vernácula.

Restáurese el catecumenado de adultos.

En misiones además de los elementos de iniciación cristiana, se pueden añadir elementos propios del lugar siempre y cuando vayan en relación con la doctrina cristiana.

Revísense los ritos de  la confirmación, la penitencia, de modo que sean claros; revísese también el rito del bautismo, tanto de adultos como de niños, en este último debe ser clara la responsabilidad de los padres y padrinos.

En cuanto al sacramento de la “extremaunción” sea llamado mejor “unción de los enfermos”, ya que no es solo para los que están en los últimos momentos de su vida.

Revísense los ritos de las ordenaciones, tanto las ceremonias como los textos.

Revísese y enriquézcase el rito del matrimonio de modo que éste exprese la gracia del sacramento y se expliquen los deberes de los esposos con mayor claridad. Celébrese el matrimonio preferentemente dentro de la misa después de la homilía y antes de la oración de los fieles.

Revísese el rito de la consagración de vírgenes, redáctese un rito de profesión religiosa y de renovación de votos que contribuya a una mayor unidad, sobriedad y dignidad, con obligación de ser adoptado por aquellos que realizan la profesión o renovación dentro de la misa.

El rito de las exequias debe expresar más claramente el sentido pascual de la muerte cristiana y responder a las circunstancias y tradiciones del país. Revísese el rito de la sepultura de niños teniendo una misa propia.

CAPITULO IV

EL OFICIO DIVINO


Del número 83 al 86. Cristo al tomar la condición humana introdujo en el mundo un himno de alabanza, a través de la Iglesia se prolonga, alaba a Dios sin cesar, no solo por medio de la Eucaristía, sino también de otras maneras como lo es el oficio divino. En él se consagra el día y la noche completamente a Dios, cuando se reza el oficio divino es la voz de la Iglesia (la Esposa) que habla al Esposo, es la oración de Cristo y su Cuerpo que habla al Padre.

Todos los que oran de esta manera cumplen la obligación de la Iglesia. Todos estamos llamados por Cristo a “orar sin interrupción” (1Tes 5, 17) pero es Cristo quien nos ayuda “sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5).

Apropiación: Descubro a través de las distintas reformas que se han hecho dentro de la liturgia que es importante ir poniéndolas en práctica, muchas de ellas ciertamente ya han dado un giro dentro de ella pero nos falta seguir trabajando juntos como Iglesia para hacer posible un cambio radical en la liturgia, desde irnos formando en la sagrada Escritura, hasta tener conciencia de las partes de la misa, no se trata solo de asistir sino de participar plenamente como cuerpo de Cristo.

Es tarea de todos pero principalmente de los pastores, religiosos (as) ayudar al pueblo de Dios a vivir más de cerca los misterios de Cristo, ayudar al pueblo a ir rompiendo imágenes falsas, y llevarlos a adentrarse más como parte funcional dentro de la Iglesia.

Que el Señor nos impulse y ayude con su gracia a ir más allá de nosotros mismos tal como dice la Sacrosanctum Concilium y que podamos ser hostia entregada al sacrificio junto con Jesucristo, dando a Dios todo el honor y la gloria.

Síntesis realizada por
Miriam Horta, Novicia MAR.



[i] SAN AGUSTÍN, In Ioannis Evangelium, trac. XXVI, cap. VI, núm 13; PL 35, 1613.

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