LECTIO DEL SEXTO DOMINGO DEL CICLO B JN 15, 9-17


      Antes de profundizar en la palabra de Dios que es viva y eficaz dispongamos  nuestro corazón para dejarnos iluminar por su espíritu en este momento de encuentro con Dios.

1-Invocación al Espíritu Santo 



2-Lectura
        Después de haber invocado al Espíritu Santo, abramos nuestra mente y corazón a la palabra, en la que Jesús, nos invita a permanecer en su amor, ya que EL es amor.

Evangelio según San Juan:15,7-19
       9 Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. 10Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. 
      12Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. 13Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. 14Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.16No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. 17 Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.


3-Meditación

    Las palabras de Jesús poco antes de su glorificación indican a la Iglesia el sentido del seguimiento y sus exigencias. Son palabras fuertes, que reflejan la gloria de Aquel que se entregará y dará su vida, libremente, para la salvación del mundo ; pero al mismo tiempo son palabras íntimas, y por esto mismo sencillas, esenciales, cercanas, concadenadas, típicas de un discurso de despedida donde la repetición se convierte en llamada apremiante. Ser discípulos de Cristo es ante todo un don: es El que ha elegido a los suyos, es El que les ha revelado su misión y está revelando el gran “trasfondo” del proyecto de salvación: el querer del Padre, el amor entre el Padre y el Hijo que ahora se comunica a los hombres.

      “Permanecer” en el amor de Jesús y observar sus “mandamientos” es ante todo una revelación, el don de una suprema posibilidad que libera al hombre de la condición servil respecto de Dios mismo para ponerlo en una nueva relación con El, marcada por la reciprocidad, la relación típica de la amistad. “Permanecer en su amor” es lo que los Sinópticos llamarían el reino de Dios”, nueva situación en la historia antes herida por el pecado y ahora liberada.


       En el evangelio de Juan Jesús restaura y por lo tanto renueva el campo semántico de la “ley” y de los “mandamientos” con el concepto de “permanecer”. Renueva y personaliza, ya que anuncia y muestra el amor del Padre dando su vida para salvar el mundo; es amor que revela la calidad no en abstracto, sino en el rostro concreto y cercano de Cristo que ama “hasta el fin” y vive en primera persona el amor más grande.

        Más de una vez Jesús ha descrito su relación con el Padre; el hecho que EL se ponga bajo la señal de la obediencia al Padre califica la obediencia misma; no es la obediencia de un siervo, sino la del Hijo; es la obra que realiza, los “mandamientos de mi Padre”, no son algo exterior a Jesús, sino lo que El conoce y desea con todo su ser.

 4-Oración

     Después de haber tenido esta experiencia de amor con Dios le respondemos con toda sinceridad, sabiendo que EL nos escucha y  le decimos.

       Haz, Señor, que permanezcamos en ti como los sarmientos a la vid que los sostiene y los alimenta y que por ello dan fruto. Danos, Señor, una mirada de fe y de esperanza que sepa pasar de las palabras, de los deseos a lo concreto de las obras, a tu imagen, Tú que nos amaste hasta el fin, dándonos tu vida para que tuviéramos vida en ti.

5- Contemplación
        La Palabra de Dios nos llama a reiterar en el corazón y con hechos la novedad de nuestro ser discípulos del Hijo. Cumplir los mandamientos del amor de Dios es llegar a una vida plena. Permanecer en el amor de Jesús es actuar y que en nuestras obras se vea reflejado ese amor.

6-Acción

      Señor Jesucristo, te damos gracias por el amor con que has instruido y sigue instruyendo a tus discípulos. Alabado seas, Señor, vencedor del pecado y de la muerte, porque te has entregado totalmente, implicando también tu infinita relación con el Padre en el Espíritu. Tú nos has puesto esta relación delante y nosotros corremos el riesgo de no comprenderla, de achatarla, de olvidarla. Nos has hablado de ella para que comprendiéramos ese gran amor que nos ha engendrado.

       Dios nos tiene un amor infinito que no puede abarcar las dimensiones del planeta, pero de igual forma me invita a propagar ese amor a los demás. Lo que he recibido darlo sin ninguna condición.
Dar la vida implica negarse a todo aquello que no me hace feliz y que tampoco hace  feliz a mi prójimo.

Santa Isabel, Novicia MAR  
 Fuentes: Minuto de amor/ www.lectionautas.com

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