Conversión de San Agustín


Hoy, 24 de abril, celebramos la fiesta de la conversión de nuestro padre san Agustín. 
El fue un convertido a Dios, 
descubriendo en la encarnación de Cristo, la expresión más desbordante del amor de Dios. 
Una vez convertido, no miró para atrás. Su búsqueda incesante por la verdad tuvo respuesta en un momento coyuntural de su existencia, pues cuando lo había probado y escalado todo, llegando a ocupar los mejores puestos en la corte de Milán, sin embargo, se sentía perdido, vacío y sin sentido de la vida. 
Por la gracia de Dios, guiado por diferentes acompañantes y cuando ya se vacía de sí mismo y se pone en camino de humildad, es cuando Dios puede obrar fuertemente en él y cambiarle la existencia como peregrino hacia la eternidad. 

Han pasado XVI siglos ya  desde su conversión y san Agustín es un contemporáneo vivaz para nosotros que, en otra cultura y con otras expresiones, tenemos una gran sed de Verdad, de Amor y de Trascendencia. El libro de sus Confesiones son una "joya", pues ningún otro hombre en el tiempo, ha logrado plasmar y confesar con mayor autenticidad y cercanía su experiencia vital de pecado y el reconocimiento de la grandeza y misericordia de Dios para con el ser humano. 
 Disfrutemos de este video. No pasemos de largo. 



Tarde te amé


¡Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé!
Y ves que tú estabas dentro de mí y yo fuera,
Y por fuera te buscaba;
Y deforme como era,
Me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo.
Me retenían lejos de ti aquellas cosas
Que, si no estuviesen en ti, no serían.
Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera:
Brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera;
Exhalaste tu perfume y respiré,
Y suspiro por ti;
Gusté de ti, y siento hambre y sed;
Me tocaste y me abrasé en tu paz.

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