TERCER DÍA DE JORNADA

(UN CAMINO DE TRANSFORMACIÓN INTERIOR)



En el tercer día de nuestro taller empezamos con el tema de la intimidad entendida desde la capacidad de comprometerse, desarrollar una ética para cumplir los compromisos y confiar en el otro, que esto nos lleva a la generatividad, es decir, guiar a la siguiente generación.

Seguidamente pasamos a ver el tema de la resiliencia, la definición nos dice que es la capacidad de enfrentar las crisis y seguir proyectándose hacia el futuro.

Mediante un proceso de duelo se puede hacer esta proyección hacia el futuro, para realizar este proceso hay que tener en cuenta: el principio de realidad, rito de despedida, registrar la pérdida, reinvertir la energía y reorganizar la vida.

En un proceso de duelo se vive diferentes etapas que son: negación, rabia, depresión (tristeza), aceptación y elaboración, estas etapas son variables, por eso el proceso de duelo es personal, singular, pero lo más importante es que transforma y reconstruye nuestras vidas. En vivencias traumáticas tenemos tres opciones para enfrentarlos: que te defina, que te destruya o permites que te fortalezca y te transforme.

Veíamos también la importancia del perdón no solo a los otros sino principalmente a uno mismo, como una expresión de amor, la aceptación de lo que pasó, pero no negar el dolor, tampoco estar de acuerdo, es un cambio de percepción, es una puerta a la paz y cuando ya no sentimos rencores es cuando sabemos que somos perdonados.






“La felicidad consiste en el proceso de tomar con alegría lo que la vida nos da y soltar con la misma alegría lo que la vida nos quita. (San Agustín).



REFLEXIÓN PERSONAL
A lo largo de nuestra vida todos tenemos alguna vivencia quizás no muy agradable y muchas veces en su momento no supimos, ni contábamos con las herramientas necesarias para enfrentarlas. 
Esto en nuestra vida presente repercute, al darnos cuenta de nuestra realidad nos duele, es dolorosa y muy difícil de aceptarla, es necesario hacer un cierre, vivir un duelo porque solo así lograremos darle un nuevo rumbo a nuestra vida, un rumbo hacia la felicidad plena y una integración de nuestro ser, es un proceso en el que ciertamente implica momentos de mucho dolor, de derramar lágrimas e incluso de llegar a sentirnos solos, solos en los momentos de traer al presente el hecho traumático, pero es parte del proceso.

Cruz Matilde Ajpacajá
     Novicia MAR

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