LECTIO DIVINA XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Mateo (25,1-13)
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (25,1-13):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el
reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a
esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las
necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se
llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño
a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el
esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas
doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las
sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las
lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay
bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo
compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban
preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más
tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor,
ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por
tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»
¿Qué dice
el texto?

Ambientación: La escena está
ambientada en el último día de los festejos según los usos matrimoniales
palestinos, cuando, a la puesta del sol, el novio va con los «amigos del
esposo» a la casa de la esposa, donde hacían fiesta las «vírgenes», es decir,
las compañeras y amigas de ella. A la llegada del cortejo, se formaba una
comitiva única para ir a la casa del esposo, donde se celebraba el matrimonio y
tenía lugar el banquete nupcial final. El retraso que se produce en el relato
de Mt 25,1-13, aunque previsto, se prolonga sobremanera. El sueño hace presa
por igual en todas las muchachas.
Actitud: El
capítulo 24 de Mateo tiene como tema central la vigilancia: el discípulo que
espera la venida del Señor no se echa a dormir, no deja que la rutina lo
adormite, sino que está siempre atento a lo que ocurre a su alrededor, con una
gran capacidad de discernimiento.
En el
comienzo de capítulo 25, con la parábola de las 10 vírgenes, Jesús educa en
esta actitud que debe ser característica de todo discípulo suyo, de todo aquel
que vive una relación estrecha, de abandono total a Jesús (expresado en la
imagen de las “vírgenes”).
“Vigilar”
significa propiamente abstenerse del sueño. Esto es lo que precisamente se
ilustra en el comportamiento de las vírgenes. (v. 6).
Símbolos: El aceite, símbolo de
alegría y de fiesta, representa asimismo, según los rabinos, las obras justas
que permiten participar en la alegría mesiánica. Cada uno debe estar preparado
para no encontrar la puerta cerrada y oír la respuesta terrible: «Os aseguro que no os conozco» (v. 12).
Personaje
central:
El rostro del Esposo del banquete mesiánico se convierte, efectivamente, en el
del Cristo juez, que rechaza a los que dicen: «Señor, Señor» (cf. Mt 7,22s), pero no hacen la voluntad
del Padre.
¿Qué me
dice el texto?
El texto me habla de la pertenencia al
Reino, que requiere un tipo de comportamiento, donde las decisiones marcan la
pertenencia o no. El ser precavido, el actuar con previsión y sabiduría,
disponen a la participación.
La actitud de las vírgenes fue definitiva.
Todas inician en las mismas condiciones, pero el final fue diferente
dependiendo de las opciones que tomaron.
Eso
me hace pensar que no todo lo que inicia bien termina así. El rumbo de la
historia cambia dependiendo de lo consciente que viva, de la intensidad con la
que me comprometa y de la previsión que tenga hacia futuro. En una expresión, de
qué tan presente tenga al Señor, señor de la historia, del pasado, del presente
y del futuro y tenga presente su querer para hacerlo realidad en mi vida.

¿Qué me hace
decir?
Gracias Señor porque
cuentas conmigo en el grupo de las 10 vírgenes, quieres celebrar conmigo tu
Banquete nupcial, quieres que participe del Banquete del Reino.
Gracias porque te fías de
mí y esperas que con las capacidades que me has dado sea lo suficientemente
sensata para vivir preparando el encuentro contigo.
Gracias porque estás a lo
largo de la historia y te haces presente a través de personas y acontecimientos
y a la vez estás dispuesto a iluminar con la luz de tu Espíritu las decisiones
que debo tomar ante las nuevas situaciones, los desafíos e incluso los
conflictos.
Perdóname porque no
siempre me he dado cuenta de lo importante que soy para Ti y por eso mis
acciones no han tenido la novedad, alegría y compromiso para dar una respuesta
acorde.
Ayúdame para estar
presente en cada momento de la vida, para que mi presencia esté regida por tu
voluntad y por tanto para que mis
acciones hablen de Ti a los demás y sean portadoras de tu amor hacia ellos.
Y mantenme esperanzada y
gozosa hasta el día que participe contigo en el Banquete del Reino.
¿Qué dice
San Agustín?
«Las vírgenes se
despertaron y prepararon sus lámparas» (Mt 25,7).
El Esposo viene precedido de un clamor a
medianoche. ¿Qué clamor es éste? Aquel del que habla el Apóstol: «En un abrir y
cerrar de ojos, al sonido de la última trompeta. Sonará la trompeta; los
muertos resucitarán incorruptos y nosotros seremos transformados» (1 Cor.15,52)
y, como dice el apóstol san Juan: «Llegará el momento en que todos los que
están en los sepulcros oirán su voz y saldrán» (5,28 29).
¿Qué quieren decir estas palabras: “no
llevaban aceite en sus lámparas»? En su vaso, es decir en su corazón… Las
vírgenes insensatas, que no han llevado el aceite con ellas, han procurado
complacer a los hombres por su abstinencia y por sus buenas obras, que
simbolizan las lámparas. Ahora bien, si el motivo de sus buenas obras es el de
complacer a los hombres, no llevan el aceite con ellas. Pero vosotros, llevad este
aceite con vosotros; llevadlo en vuestro interior donde sólo mira Dios; llevad
allí el testimonio de una buena conciencia… Si evitáis el mal y hacéis el bien
para recibir los elogios de los hombres, no tenéis aceite en el interior de
vuestra alma…
Antes de que estas vírgenes se durmieran,
no dice que sus lámparas estén apagadas. Las lámparas de vírgenes sensatas
brillan con un vivo resplandor, alimentadas por el aceite interior, por la paz
de la conciencia, por la gloria secreta del alma, por la caridad que la
inflama.
Las lámparas de las vírgenes necias también
brillan, y ¿por qué brillan? Porque su luz era mantenida por las alabanzas de
los hombres. Cuando se han levantado, es decir, en la resurrección de los
muertos, han empezado a disponer sus lámparas, es decir, a preparar la cuenta
que debían rendir a Dios de sus obras. Sin embargo, entonces no hay nadie para
alabarlas… Buscan, como lo han hecho siempre, brillar con el aceite de otros,
vivir de los elogios de los hombres: «Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras
lámparas se apagan». Sermón 93
1. ¿Qué
áreas de mi vida, considero que las estoy viviendo sin mucha consciencia,
interés o compromiso?
2. ¿En
mis decisiones tengo presente el querer de Dios, que busca mi bien, el de los
demás y por lo tanto la construcción del Reino?
3. ¿Qué
acciones concretas puedo realizar como expresión de tener presente a Dios?
Myrian Neira, MAR
Comentarios
Publicar un comentario