Nazly
Yurany León Martínez
Historia
de la educación y la pedagogía
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“LA MAESTRA
QUE YO QUIERO SER…”
El valor de
educar, Fernando Savater.
Capitulo 2 “Los
contenidos de la enseñanza”
El mundo de la
educación es un caminar infinito de conocimientos y aprendizajes construidos en
comunidad y compartidos con los sujetos activos de nuestras relaciones
interpersonales, donde el mayor deber es la tarea de ser humano en la interacción
con el otro(a). Recibir para dar un proceso de educación puede ser una
obligación para muchos, pero en realidad la tarea de educar es una vocación, un
llamado a descubrir nuevas formas de saber. Planteado de esta manera, me
cuestiona que al momento de ejercer como docente me enfrente día a día a una
realidad personal en la que los actos son contrarios a mi sentir y concebir la
educación, y esto es consecuencia de la fuerza que ha generado en mi la
formación que recibí siendo niña y adolescente por parte de mis profesores;
esas características de esa educación recibida pesan hoy en mis actos, aunque
mi pensamiento sea otro, es decir, ¿Cómo puedo romper, vencer, superar o
transformar el esquema de formación en el que fui educada y qué consiste imponer un conocimiento bajo
condicionamientos a los que por suerte son mis “alumnos”?. Es un dilema al
que me enfrento cuando me encuentro en el aula de clase; entonces me pregunto
¿Cómo generar un proceso de EDUCAR desde el compartir un saber, acompañando un
proceso humano y conociendo al otro en su integridad personal? ¿Cómo conectar
mi mente, con mi corazón, con mi palabra y todas estas con el otro, sin
quedarse en la exigencia y liminaridad de la norma? ¿Cómo luchar con lo
establecido? ¿Cómo renovar los esquemas?
Son los rostros
de mis niñas los que en cada momento me piden, me gritan, suplican a mi corazón:
“sé mi maestra, no mi instructora
militar”, “sé mi amiga; te quiero caminando conmigo, comprendiendo mi momento y
no reprochándome cuál gruñona de cuento infantil”, “aquí estoy, quiero aprender
de ti, no me invisibilices, no me maltrates, no olvides que fuiste niña y como
yo recibiste gritos, quizás golpes de tu maestra”, “¿qué vas a hacer para que
te recuerde por tu cercanía y acompañamiento a mi proceso de formación y no
como a esa profesora que no me comprendía y que siempre me mandaba a sentar con
un grito, sin haber escuchado mis grandes historias de conquistas?”. ¿Qué
voy a hacer? ¿Qué estoy haciendo? Argumentar mi problemática personal diaria es
tener la posibilidad de verme en un espejo, respondiendo a mis exigencias y
deseos personales a la luz de lo que mis estudiantes esperan de mí, como su “profe”, su “profe Nazly”. Estoy totalmente convencida que la educación es una
vocación, un llamado a encontrar el mejor camino para compartir un saber con el
otro, lo más importante de enseñar es también aprender; “la escuela debe formar, no sólo el núcleo básico del desarrollo
cognitivo, sino también el núcleo básico de la personalidad”.
Trataré entonces de establecer la analogía entre el segundo capítulo del
libro “El valor de educar”, de
Fernando Savater, titulado “los
contenidos de la enseñanza”; con mi realidad personal en la tarea, en la
vocación, de ser docente; problemática que he enunciado y que busco especificar
en dicha analogía.
El punto
central por el qué escogí dicha problemática personal responde a mi deseo
profundo de alcanzar una transmisión de saberes en el proceso educativo que
tenga como punto de partida la experiencia pedagógica que transforma el
aprendizaje en un canal de comunicación con los semejantes por medio de pautas,
técnicas, valores y recuerdos que llevan a alcanzar la plena estatura humana, “para ser hombre no basta con nacer, sino que
hay también que aprender… sólo por medio de la educación y la convivencia
social conseguimos efectivamente serlo”.
En el proceso formativo del género humano la experiencia de la enseñanza
marca un momento importante en la transmisión de saberes y conocimientos
propios de la especie; históricamente la herencia biológica se une de forma
intrínseca a la herencia cultural, la cual está fundamentada en la correlación
de los descubrimientos humanos en relación consigo mismo, con la naturaleza, su
entorno, con Dios y con los demás; todo
esto constituye una apertura a la diferencia, aún perteneciendo a una misma
especie, no somos ni únicos, ni indicadores de nuestra historia, pero
necesariamente es el otro el que construye conmigo mi propia historia, en la
sociedad, las redes sociales son el regulador de las capacidades y aptitudes
humanas que darán paso a una humanidad efectiva, que sólo puede venir de los
semejantes, veámoslo de esta manera: “las aspiraciones procedentes de los seres
humanos y exigencias de transformación del medio social en el cual se encuentra
inserto se caracteriza por partir de una experiencia acumulada, allí donde la
pedagogía hace una constante e-vocación, del
pasado, de la experiencia; es también una con-vocación,
por el hecho de ser una acción-reflexión compartidas, comunitarias; pero ente todo, es una pro-vocación, frente a los cambios epocales que cuestionan a la educación misma, a su función y
misión que debe desempeñar en la actualidad y las instituciones que le sirven
de soporte y mediación” y
porque no decirlo a los sujetos que ejecutan el arte de educar, muchas veces
subordinado y vulnerado en su esencia misma de proceso formativo humano, no
mecánico.
Quiero ser… “la
profe Nazly, que las niñas piden”… “es la misma profe, que yo quiero ser”. El
verdadero maestro, el autentico educador-profeta, debe tener una meta definida
que inspira y atrae todos sus mensajes y da sentido a todos sus actos. “Los verdaderos educadores deben saber bien
hacia dónde van, qué es lo que quieren alcanzar; o al menos, qué es lo que
quieren dejar atrás; esa lucidez y certeza eliminan zozobra, la incertidumbre,
sirven para evaluar instrumentos, para determinar las prioridades, para prever
decisiones y, sobre todo, para tener la certeza de que se avanza y se asimilan
y superan las dificultades y hasta los fracasos”.
Quiero ser… “la
maestra que es discípula del maestro” “la maestra que centra su vida en Jesús:
vivir, misionar y actuar como maestra-profeta”.
“La
intencionalidad y el contenido de su enseñanza es el elemento central y
original de Jesús como Maestro”
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