Cuarenta Horas. Culto eucarístico con siglos de tradición
Gracias, Brenda, una vez más por compartir con nosotros/ as tus vivencias durante este tiempo de experiencia apostólica en Guamote (Ecuador). Que el Señor te siga acompañando y sea en todo momento tu fortaleza.
Cuando tenemos la oportunidad de pisar tierra
desconocida son muchas las impresiones que nos visitan. El aspecto más peculiar es el de como el Evangelio
a través del tiempo es inculturizado, encarnado. El papa Francisco hace
referencia a esto diciendo: “Cuando una
comunidad acoge el anuncio de la salvación, el Espíritu Santo fecunda su
cultura con la fuerza trasformadora del Evangelio… la inculturación refleja una
sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer… por ser el
Espíritu Santo el agente principal, debemos evitar coartar y controlar esta
fuerza misionera”[1]
Deseo compartir acerca de lo que llamamos “Cuarenta
Horas”. Entre las diversas formas o
expresiones, mediante las cuales se manifiesta el amor y fe en Jesús presente
en la Eucaristía, se encuentra la llamada exposición de las cuarenta horas, la
cual tiene su origen en Milán durante el primer tercio de siglo XVI, como apoyo
de reforma espiritual dentro de la Iglesia en momentos críticos de
herejía. Esta reforma abarcaba al alto y
bajo clero, a los monasterios y a los laicos.
En los inicios, la finalidad inmediata de las Cuarenta
Horas era reafirmar la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía ante
la actitud irreverente de algunos, sobre todo de los protestantes en la primera
mitad del siglo XVI. Luego se buscaba reparar las profanaciones de algunos
sectores y los olvidos o menosprecio entre muchos cristianos de que fue objeto
el «Sacramento del altar». Fomentar la
renovación de la vida cristiana, y con ella superar la relajación de las
costumbres, fue otro de los fines de esta práctica. También se buscaba por
parte de los fieles contemplar la Sagrada Hostia, ver las especies sensibles
bajo cuyo velo está el Señor.
En los siglos XVII y XVIII adquirió notable
florecimiento, y en muchas parroquias e iglesias conventuales se dedicaba un
triduo, de Cuarenta Horas, durante los tres días anteriores al Miércoles de
Ceniza, a la oración ante el Santísimo, poniendo como fin principal la
reparación por los abusos y faltas de moralidad que se cometían esos días de
Carnaval.
Actualmente la práctica de las cuarenta horas aquí en
Guamote se mantiene en relación a las fiestas del carnaval. Preguntando a las mujeres en la mayoría, ancianas, se
descubre entre las motivaciones más fuertes la de orar a Jesús por todos los
participantes que en carnaval herirán su corazón, con las ofensas realizadas
por la embriagues y despilfarro en comida, es decir en dinero.
El pueblo según comentan las devotas mujeres, ya no
considera la gravedad de los pecados cometidos y por eso es poca la asistencia
en la exposición del Santísimo, tanto en la matriz parroquial como en las
capillitas de los barrios. Ellas por su
parte con fe en Dios y sin ningún reconocimiento son las intercesoras no solo
de lo comentado anteriormente, sino que de su corazón surgen plegarias por
diversos ámbitos: sociales, eclesiales, vocacionales, familiares, juventud,
enfermos…
En otras localidades de Ecuador se hace este
ejercicio en una época del año de forma consecutiva por todas las iglesias, es
llamado el Jubileo de la Cuarenta Horas. Al día siguiente de la clausura
solemne en una, comienza en otra, de conformidad con un calendario y el orden
establecido en la diócesis.
¡Seas bendito y alabado!
¡Mi dulce Jesús por mi amor sacramentado!
Brenda Ovalle. Novicia MAR (Experiencia en
Ecuador)
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