SEGUNDA PARTE DE LA CONFERENCIA DEL P. IGNACIO MADERA
Finalizando el retiro y antes de la Eucaristía, se hizo un brindis por la Vida Religiosa |
Hay pedir que venga
Jesús a la casa precisamente en este tiempo porque es difícil permanecer y es
cuando más se necesitan testimonios bellos de fidelidad.
Celebrar 50 años de Bodas de Oro, por ejemplo, es más
hermoso que ver una separación, pero se
necesita que Jesús entre a la casa, dando vida a lo que parece querer morir o está muriendo.
Lo único que nos lleva a permanecer en la casa de la Vida Religiosa
es la fuerza de la fe. Si no estoy montado/a en la fuerza de la fe, voy a seguir
a otra persona, cargo, autoridad y no a
Jesús. No seguimos sino a Jesús; a estar con él, a sentirnos bien porque ha
venido a la casa. Continuamente le estamos reprochando al Señor y no lo dejamos descansar en la profundidad de nuestro
corazón y no lo escuchamos.
¡Que nadie me quite la alegría! Tú sigues a Jesús. Esta enfermedad
no es mortal. Si bien muchos se han ido o quieren irse es para gloria de Dios.
No podemos negar que nada se ha purificado en la vida religiosa con la salida
de algunos y tampoco podemos negar que algunos religiosos han sido felices. No
podemos negar que la fuerza de la fe nos hace permanecer en esta aventura.
Fe que nos hace encarnarnos en los huesos secos (Ezequiel).
Jesús puede estar conturbado (v.33). Ahora todas las comunidades hablan del envejecimiento
y lloran. Mientras se lamentan no hacen nada. Si los mayores no son capaces de
recuperar la jovialidad ¿para qué estamos aquí?. Nos lamentamos ante el
envejecimiento y el modo de actuar de las nuevas generaciones en la vida
religiosa. Las nuevas generaciones tienen comportamientos que no siempre
podemos entender, pero yo también fui nueva generación. Las nuevas generaciones
tienen valores distintos a los nuestros. Hay que hacer explotar los nuevos
valores y disminuir el estar amargado por las diferencias.
¿Dónde has puesto tu fe? Jesús le dice a Marta. Jesús llora
por nuestra falta de pasión.
Están muriendo las instituciones, las obras benéficas, las
grandes casas vacías, las grandes masas de vocaciones. Algo está muriendo,
pero, solo la llegada de Jesús a la casa hace que seamos testigos de esa
muerte. Jesús es algo más que las propiedades que compró fulano/a. Como Marta
tengo una continua llamada a confesar mi fe. En el mundo de hoy es necesario no
absolutizar lo relativo.
El papa Francisco nos sigue preguntando ¿cuál es mi nido? ¿De
dónde no quiero salir?. Ningún poder, hermano o hermana ,o situación, puede ser mayor que Jesús que me
dice que salga de la tumba.
El único de quien estoy seguro de que me ama es el Señor y
cómo me ama.
Es urgente que demos el salto a una fe que descubre el amor
de Jesús en el corazón, que es nuestra casa.
La fe hay que vivirla como una pasión; es la hermosa
experiencia de ocuparse de lo fundamental: la implantación del Reino. La V.R.
es para hacer presente el Reino y la vida común es necesario que sea
testimonio porque presencializa el Reino.
Cosas que están pasando las tenemos que pensar porque es la
realidad de la historia. No volverán los tiempos pasados. Los demás sufren
cuando nos ven contentos, a pesar de los flechazos. Permanecemos en la casa
cuando se tiene la seguridad de Jesús.
Pasar de la muerte a la vida es posible: la cruz no es la
última palabra. Es necesario hacer lo que él nos ha dicho que hagamos para que
por la fuerza del Espíritu nos apasionemos por él.
Apasionarnos por Cristo es poner al servicio del anuncio
todo lo que el mundo nos pone al alcance. Los medios son para ello.
Quien sabe de profundidad sabe de Dios. La pasión por Cristo
el Señor: a pesar de lo que está pasando en casa, la vida religiosa y la vida
de cada uno, es lo que hace posible lo imposible. Nadie nos puede quitar la
alegría de vivir. El papa Francisco nos dice que las diferencias entre las
personas son incómodas pero el Espíritu puede sacar algo nuevo.
La fidelidad: permanecer en la vida religiosa desde la
pasión por Cristo no elude el escándalo de los que son contrarios a nuestro estilo
de vida.
No confundamos misericordia y compasión con fariseísmo.
Somos pecadores, no corruptos. Nuestra pasión por Cristo es pasión por la
continua purificación de nuestro ser.
Permanecer en la casa es también no dejarnos afectar por
nada ni por nadie, aunque duela. Quien permanece fiel, genera autoridad entre lo que dijo en los votos y lo
que va haciendo cada día.
Permanecer por la fuerza de la fe; permanecer por la pasión por
Cristo, porque quiero que este mundo se transforme en Reino aunque yo no vea
nada. El cristiano no se compromete con el éxito sino con la lucha.
Nieves María Castro Pertíñez. MAR (Trabajo sintetizado)
Comentarios
Publicar un comentario