Paralelismo entre la vocación de Isaías y mi propia historia vocacional.
Mi encuentro con el Señor al igual que le pasó a Isaías
me pasó en el templo pero viví situaciones de pecado, incoherencias, infidelidades, que a la hora de encontrarme
con un Dios misericordia, todo bondad, que ama profundamente y que es fiel
sobretodo, me desbordó, me sentí igual que Isaías: impura, incapaz; sentía que
era demasiado para mí y que solo estaba porque no había más nadie.
El Señor
utilizó a muchos ángeles como medio para mí conversión y me inspiró a dejar
ídolos; me purificó. Fueron decisiones dolorosas que a la larga me liberaron; esto lo relaciono con el carbón encendido que purificó al profeta. Se dió en mí
un cambio y fue creciendo una dicha, una felicidad. Me fui involucrando con los
proyectos pastorales, donde había cursos de biblia o pastoral ahí estaba, me
inquietó cada vez más el proyecto de Dios y cuando me hice consciente, el Señor
me pedía un seguimiento más radical; estaba tan seducida que no tuve otra
opción que decirle envíame a mí, como le pasó a Isaías.
Pero el proyecto de Dios tiene que hacerse realidad
en mí, por lo que a la que primero mandó a evangelizar fue a mí. Me ha invitado
a hacer silencio y a escuchar, a estar atenta a su acción, a poner mi corazón
solo en El y ciertamente todo este proceso es un morir desde la cruz, morir
totalmente a mí para que del tronco germine una semilla santa.
Karen
Beatriz Polanco. Novicia MAR
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