«VAMOS A ESO»


«…desde ahora debemos todos empezar a buscar palomas de buenas alas y excelente calidad para poder llenar pronto el nuevo palomar. A este fin estoy escribiendo a todos los Sres. sacerdotes que conozco, y eso mismo deben hacer también SS. CC. Sí, hermanas, escriban cartas fervorosas a todos los sacerdotes que conozcan, y ruéguenles que por sí y por medio de otros sacerdotes amigos o conocidos suyos vayan preparándonos muchas y buenas niñas con vocación misionera. Miren, hermanas, que el Señor quiere que nos  movamos todos, que busquemos las vocaciones que necesitamos. No nos sentemos a esperar que esas vocaciones nos vengan a la mano. Busquémoslas hasta encontrarlas. Si cada hermana, profesa, novicia y postulante, hallara una sola vocación cada año, en sólo diez años la congregación tendría más de cien mil hermanas, cifra que hasta ahora no ha alcanzado  congregación alguna. Hermanas, sepan que piden a las agustinas recoletas misioneras de María para muchos lugares, y no podemos satisfacer las peticiones porque… nadie hace nada en el sentido en que ahora escribo. Hermanas, SS.CC. y yo y todos nuestros hermanos nos debemos al santo hábito agustino recoleto que vestimos, y si de veras somos hijos fieles y amantes de nuestro gran padre san Agustín, debemos multiplicar el hábito y la correa de agustinos recoletos y de agustinas recoletas por todo el mundo, y muy principalmente en nuestra patria. Vamos a eso, Hermanas, vamos a eso, pero vamos moviéndonos, no sentados, ni acostados. Contraigamos con nuestra madre de la Consolación y con nuestro gran padre san Agustín este para ellos dulce y amoroso compromiso, el de que cada recoleto y cada recoleta les consigamos o proporcionemos cada año un nuevo hijo o una nueva hija para la recolección agustiniana de ambos sexos, y vamos a empezar a cumplir nuestro compromiso en el próximo año, el año del XVI centenario del nacimiento d nuestro gran padre…»

(Carta de Monseñor Francisco Javier Ochoa, 07/11/1953, P. 509-510)
Al toparme con esta carta en una presentación que nos compartió una de las novicias  quedé muy confrontada; se denota la visión errónea que tantas veces tenemos de que la pastoral vocacional es cosa sólo de las hermanas encargadas en esta área y que a mí me toca sólo en los momentos en que se me pida colaboración;  pero al profundizar esta carta es claro el compromiso de todas para con la congregación, con la Iglesia y con el mismo Jesucristo, (pues hacer pastoral vocacional en lo más profundo, como nos compartía Nieves Mary,  es propiciar un encuentro personal con Jesucristo y de ahí que la persona descubra la voluntad de Dios en su vida).

El ser MAR implica  un compromiso que exige acción, desde el día a día, como dice nuestro querido fundador «vamos a eso, pero vamos moviéndonos». Cabe preguntarnos: ¿Cómo vivo el carisma? ¿Cómo lo comparto? ¿Que tan comprometida me siento con la difusión del mismo?
Tenemos una historia como congregación que nos habla de riesgos, de luchas, de constancia, de confianza en la Providencia, que nos anima a no desfallecer ante la falta de respuesta vocacional sino más bien a vivir en plenitud el regalo de la propia vocación y desde ahí llevar a Jesús a todos con los que compartimos, a preocuparnos por la vocación de mi propia hermana de comunidad y buscar que cada quien encuentre su tesoro, desde los más ancianos hasta las jóvenes con inquietud, conscientes de que somos instrumentos del Espíritu y confiadas en que Él hará su obra.

Por último agradezco a Dios la creatividad que suscitó en la congregación de hacer pastoral vocacional en países donde aún  no hay presencia MAR,  pues mi proceso es fruto de este proyecto y de seguro que habrá muchos frutos más, pero descubro que el reto para nosotras también se encuentra en las chicas que comparten cerca de nuestras comunidades, contagiarlas de ese deseo de vivir unánimes con una sola alma y un solo corazón para darle todo el honor y la gloria a Dios.
Pidámosle al Dueño de la mies que nos disponga a ser testimonio, a presentarle a Jesús a todas las personas con las que nos encontramos y que nos regale buenas y santas vocaciones.


Karen B. Polanco Peguero, Novicia MAR

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