REFLEXIÓN EN TORNO AL ANIVERSARIO DEL MARTIRIO DE HERMANA CLEUSA CAROLINA RODY COELHO. MISIONERA AGUSTINA RECOLETA



“Comprometerse con el indio, el más pobre, despreciado y explotado, es asumir su caminar, confiando en el futuro cierto y que ya se va volviendo presente, en las pequeñas luchas y victorias. Vale la pena arriesgarse” (Ir. Cleusa).

Qué bueno es al menos tener un día al año para recordar el valor de las personas. Un cumpleaños, por ejemplo, es una oportunidad para decirle al otro que lo queremos, que tiene valores y que su vida nos importa.

Aunque en algunos de estos días, de estos años, nos sintamos solos pero siempre tenemos la certeza de que al menos alguien ora por nosotros, y esto ya es muy importante.

El resto del año percibo que en la mayoría de las ocasiones vivimos aislados, cada una en nuestro mundo, siendo muy buenas religiosas, claro está, cumplidoras de nuestros deberes, pero muchas veces descuidando lo esencial; algo que en el numeral 54 de nuestros Constituciones  está muy marcado y es claramente evangélico.Nos adelantamos en mutuas atenciones como hijas de Dios y hermanas en Cristo, honrando al Espíritu Santo de quien somos templos vivos. Fomentamos la delicadeza, confianza, diálogo, perdón y aceptación mutuas. Amamos al hermano, porque si amamos al hermano a quien vemos, en él mismo veremos también a Dios, ya que veremos al mismo amor. Y dentro del amor habita Dios.”

Pues bien, con mayor razón, la Iglesia es sabia y el santoral nos muestra la variedad de hombres y mujeres que han dado su vida en una entrega generosa sin medida, sin pedir nada a cambio, solo desde la experiencia profunda y cierta de un amor infinito a Jesucristo y a su Reino.

Nuestra hermana Cleusa todavía no está en los altares, pero si continuamos pidiendo con su intercesión para que por medio de ella Dios nos conceda la gracia de reconocerle su santidad, estaremos felices y agradecidas. Nuestra Congregación se preocupa de poner esta fecha, 28 de abril, como fiesta para nosotras, para que recordemos su martirio. Y qué bueno que exista esta fecha; en este día podemos decir algo acerca de su vida, y también aprender algo sobre su forma de vivir y amar, porque lamentablemente, como pasa en el resto de la vida de las personas durante el año, nos vamos olvidando.

¿Por qué es un deber para nosotras recordarla? ¿Por qué es un deber mirarla de cerca y ver su actuar? ¿Por qué será un deber sentir un poco de vergüenza de lo lejos que estamos como misioneras agustinas recoletas de esta mujer que tuvo clara su consagración a Dios, toda entera, y su opción por los pobres en los que Cristo mora?

No sé, pero algo me dice, que hoy 28 de abril, debe ser un día de reflexión para nosotras. 

Simplemente, ella se arriesgó, como lo hicieron nuestros fundadores; se desinstaló, como lo hicieron nuestros fundadores; se dejó llevar del Espíritu, como lo hicieron ellos, y dio respuesta a una realidad muy concreta: la explotación de los indígenas, como lo hicieron nuestros fundadores, atendiendo a las niñas chinas abandonadas en misión Ad Gentes.

Las consecuencias, cuando se sigue a Cristo en radicalidad, no se miden. Como no las midió Jesús, como no las midió Cleusa. Ella sabía que su vida peligraba; pero ella tenía en su corazón un Rey que en ella reinaba; y sabía también que hasta los cabellos de su cabeza estaban contados, como también sabía que sus días estaban contados, pero por supuesto, estaba dispuesta a llegar hasta el final, con tal de que el pobre más pobre recobrara su dignidad y su tierra. Y es que como dice san Agustín todos somos compauper; es decir, todos somos pobres; y Dios encarnado nos ha dado a todos igual dignidad. Por eso, las misioneras agustinas recoletas no podemos quedar impasibles en este mundo de injusticia. Nos toca hoy mirar a Cleusa y revisarnos: 

¿Cómo estoy en misericordia con mis hermanas de comunidad? ¿Cómo estoy siendo signo profético en medio de las injusticias de nuestros pueblos? ¿De qué manera apuesto por la vida de los sin vida, y presto mi voz a los que no tienen voz?

Hoy, ciertamente es un día para reflexionar. No esperemos que llegue el día del aniversario para que pensemos en el otro y echarle sus correspondientes flores. El amor lo mueve todo. A Cleusa, minuto a minuto la movió el amor de Dios con sus hermanas, con los excluidos, con los presos, con los huérfanos y leprosos, con los indígenas  por los que arriesgó la vida, sabiendo, que como peregrina, su vida tenia alcance de eternidad.

No pasemos este día, sin mirar a Cleusa y preguntarle: Cleusa ¿Qué te parece nos está faltando a nosotras, (a mi) hoy como consagradas para seguir a Jesús con radicalidad y ser signo profético de la ternura de Dios?

Nieves María Castro Pertíñez. MAR



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