El sacramento de la confirmación

La confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el  Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociarnos todavía más a su misión y ayudarnos a dar testimonio de la Fe cristiana por la palabra acompañada de las obras.

La confirmación, como el Bautismo, imprime en el alma del cristiano un signo espiritual o carácter indeleble; por eso este sacramento  sólo se puede recibir una vez en la vida.

En oriente ese sacramento es administrado inmediatamente después del Bautismo y es seguido de la participación en la Eucaristía, tradición que pone de relieve la unidad de los tres sacramentos de la iniciación cristiana. En la Iglesia latina se administra este sacramento cuando se ha alcanzado el uso de razón, y su celebración se reserva ordinariamente al obispo, significando así que este sacramento  robustece el vínculo eclesial.

El candidato a la confirmación que ya ha alcanzado el uso de razón debe profesar la fe, estar en estado de gracia, tener la intención de recibir el sacramento y estar  preparado para asumir su papel de discípulo y de testigo de Cristo, en la comunidad  eclesial y en los asuntos temporales .

El rito esencial de la confirmación es la unción con el santo crisma en la frente del bautizado y en oriente, también en los otros órganos de los sentidos), con la imposición de las manos del ministro y las palabras.
La celebración de la confirmación dentro de la Eucaristía contribuye a subrayar la unidad de los sacramentos de la iniciación cristiana.

Los efectos de la confirmación

   Nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir, Abbá, Padre (Rm 8,15).
    Nos une más firmemente a Cristo.
   Aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo.
    Hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia.
  Nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz.

Quien puede recibir la confirmación

Todo bautizado, aún no confirmado, puede y debe recibir el sacramento de la Confirmación. Puesto que Bautismo, Confirmación y Eucaristía forman una unidad, de ahí se sigue que los fieles tienen la obligación de recibir este sacramento en tiempo oportuno, porque sin la Confirmación y la Eucaristía, el sacramento del Bautismo es ciertamente válido y eficaz, pero la iniciación cristiana queda incompleta.
Santa Isabel Mojica Mejía

Novicia MAR

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