FELIZ PASCUA, QUERIDA ANA SIXTA
Querida Ana Sixta:
La primera vez que
te conocí, fue hace muchos años, donde mientras nos reuníamos en comisión
precapitular, nos llevaron a Monterrey y allí estabas “entre los pucheros” de
la cocina y atendiendo a las niñas del internado.
Ya
residente en Colombia, en una gira a Yopal, te encontré también y conversamos bastante, sobre todo tú,
que tenías un gran deseo de compartir. Me contaste algo de tu vida y de tus
búsquedas. Por allí pude entrever que eras una mujer de fe, muy amante de Jesús
y apasionada por la misión. Una misionera preocupada de la Iglesia, de sus
miembros y de cómo servir al Señor evangelizando, desde lo que ”sabías” decías tú,
pero con un gran deseo de formarte cada vez más, sin tener en cuenta la edad.
Después en Cali, ya
enferma, dos veces nos encontramos. Una en La Merced, otra en el Colegio.
Pienso que el amor no tiene fronteras, ni edad, ni hace falta una larga vida de
amistad. Simplemente, el amor conecta cuando hay confianza y la persona se hace
transparente, vulnerable, en sus deseos más profundos y también en sus
sufrimientos y los revela.
Gracias Ana Sixta,
por haberme regalado, en dosis muy pequeñas, grandes sentimientos tuyos que me
hicieron verte como una mujer de Dios, una hermana querida y fraterna, cien por
cien misionera.
Este largo año de
dolor y sufrimiento fueron también la oportunidad para la purificación del
corazón y del desprendimiento.
Ayer, viernes 25, en
la hora del alba, dejaste ya la casa sosegada y en pos de tu ideal, abrazada
al Amor de tus amores, levantaste vuelo para encontrarte cn el Amado y poder decir junto a la lectura del
Apocalipsis: “Alcen vuestra cabeza, se
acerca vuestra liberación”.
Cuando un amigo se va,
siempre deja un vacío hondo; más, sabemos con certeza, que tu testimonio y tu
bondad, siembran de vida y esperanza, este terruño donde dejaste tus huellas.
Feliz y eterna
estadía, querida.
NIEVES MARÍA CASTRO
PERTÍÑEZ. MAR
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