LAS BENDICIONES DE DIOS LLEGAN CUANDO VIVES CONFORME A SU VOLUNTAD
Quiero dar gracias a Dios por tantas bendiciones con que me ha colmado en este tiempo de la experiencia desde el día 15 hasta el 24 de
Diciembre en Trinidad-Casanare donde nos tocó
el caserío de Mandarinos junto con la maestra Nieves Mary y mi persona.
Estábamos llenas de alegría y de mucha satisfacción de compartir con las
familias la Palabra de Dios para que ellos reciban con amor y cariño la llegada
de Jesús en sus corazones. También nos acogieron con humildad y sencillez desde
el día en que llegamos y nos recibieron Adhier y Mari Luz una familia tan querida que dieron todo lo
que tenían para atendernos lo mejor posible; sobre todo dieron mucha confianza a los misioneros; ellos se alegraron
bastante de poder estar con ellos a través de la escucha y darles a conocer la
llegada de Jesús en sus vidas.
Al día siguiente nos pusimos
a andar con alegría para ir a visitar a las familias casa por casa anunciándoles que estábamos allí para acompañarles, para hacerles la novena, para recibir a Jesús
en sus hogares y así iniciaron nuestras visitas con las familias. Nos íbamos con gran fervor y valentía. También ellos se sintieron muy agradecidos en
todo porque les acompañamos durante la novena que con gran humildad recibieron
la palabra de Dios y a la vez cantando con ánimo todos los cantos y no solo
cantando sino que vivieron el momento. Los niños nos acercaban a nosotros desde
el primer día incluso ellos querían
aprender a seguir a Jesús en sus
vidas para ser buenos discípulas suyos.
Fue una experiencia inolvidable de estar con la gente y lo que me
llamó mucho la atención es que nos daban todo lo que tenían; en todo esto me
quedé pensando qué es lo que yo tengo para
darlo todo sin guardar nada.
Gracias señor por tantas bendiciones recibidas como misioneras en el mundo que salen a las periferias recordando a nuestras
cofundadoras que llegaron a la misión en estas tierras colombianas, renunciando
a todo para estar con las gente más pobres que necesitan de tu presencia y el
pan de cada día que nunca les falte.
Termino
con esta frase del evangelio (Mateo 11, 25) «Yo te bendigo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes,
y se las has revelado a pequeños.
Juana
Maricela Hernández/novicia MAR
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