LECTIO DIVINA: SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR. Mt 28,16-20



¡¡¡VAYAN Y HAGAN DISCÍPULOS…!!!
                                     
CONTEXTO
Este texto que vamos a meditar sobre la Ascensión del Señor se enmarca en el contexto de la Resurrección de Jesús. María Magdalena y la otra María (v.1) han reconocido a Jesús Resucitado, lo han adorado y han recibido el encargo de avisar a los discípulos de que vayan a Galilea, donde lo verán (v. 10). Los discípulos reciben el mensaje y obedecen al mandato.
EL TEXTO:
“28,16 Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. 17 Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. 18 Jesús se acercó a ellos y les habló así: „Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.18 Jesús se acercó a ellos y les habló así: „Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Mateo compone una escena magistral. En el espacio de cinco versículos condensa lo sustancial de su cristología y eclesiología.
Jesús se presenta en Galilea, como volviendo al comienzo y abandonando Jerusalén, adonde fue sólo a morir. Sube al monte, en ascensión simbólica, como cuando proclamó su mensaje del reino (capítulos 5 al 7), o se transfiguró (cap.  17). Los once discípulos de aquel momento representan a toda la Iglesia; por eso, no falta quien dude. Ven al resucitado y han de ser sus testigos.
Jesús toma la palabra afirmando su plena autoridad recibida de Dios. En virtud de ella envía a sus discípulos a una misión universal, no limitada ya a los judíos. No han de enseñar para ser maestros de muchos discípulos (23,8), sino para “hacer discípulos” de Jesús.  Como rito de consagración, administrarán el bautismo, con la invocación trinitaria explícita, inaugurando así el tiempo de la Iglesia.
Desde la experiencia pascual, los discípulos van a anunciar la resurrección de Jesús y no el reino de Dios. Anunciar la resurrección de Jesús es anunciar que el reino ha llegado y han comenzado los nuevos tiempos.
Los relatos pascuales nos colocan frente a la convicción de la comunidad primitiva de que el reino ha comenzado con la resurrección de Jesús, en quien se ha hecho manifiesto el poder vivificador de Dios.
El evangelio termina como empezó. Al principio nos fue anunciado el nombre de Enmanuel, Dios con nosotros, en la historia del pueblo elegido (Is 7,14). Ahora se nos asegura que la profecía de Isaías se ha hecho permanente realidad: “Yo estaré con ustedes siempre” (20). No es tarea fácil, pero Jesús estará siempre presente con su presencia consoladora y reconfortante en todas las situaciones de la misión evangelizadora, tanto en la predicación, la enseñanza y la celebración, como en la persecución y en la prueba.
La misión de los discípulos es tan amplia como el mundo y como el tiempo que habrá de transcurrir hasta el final de la historia.
La comunidad cristiana es, a partir de ahora, memoria del crucificado-resucitado, a pesar del escándalo que significaba para el pueblo judío la muerte infame en la cruz. Es también comunidad de testimonio: han de ser testigos del crucificado-resucitado. Sólo en este seguimiento concreto la comunidad descubre el significado de la misión y la persona de Jesús. Descubre que el reino está ligado indisolublemente a la salvación de los pobres y marginados, y que la forma concreta de su realización no puede prescindir de la actuación histórica de Jesús. Desde la persona y misión de Jesús surgen dos actitudes comunitarias: simpatía del pueblo y libertad frente a los poderes.
La Iglesia de Jesús es esencialmente una comunidad misionera. Las palabras del Señor resucitado  “vayan” (19), “pónganse en camino”, le invitan a salir constantemente de sus problemas y preocupaciones domésticas, para abrirse a un nuevo horizonte: el de toda persona que no conoce el gozo de sentirse hijo e hija de Dios y hermanos y hermanas entre sí. Para ello, cuentan con la presencia constante de Jesús que estará siempre presente: “Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (20). [1]
 ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?
Me fijo en Galilea
Es el lugar del encuentro, de la llamada, del primer amor. Es el lugar del margen, de la periferia, de la interculturalidad, del paganismo.
Es el lugar donde nace la fe. Y es el lugar donde Jesús quiere encontrarse con sus discípulos. De Jerusalén (donde han perdido la fe) hasta Galilea es el camino que tienen que desandar para encontrarse con el Señor.
A veces yo tengo y todos tenemos que desandar los caminos, las mentalidades que nos hemos forjado. A veces tenemos ineludiblemente que volver al primer amor para comprender todo lo que nos sucede; para comprender nuestros fracasos, nuestras dificultades, la esencia, en definitiva, de nuestra vida. Así, podemos escuchar de nuevo al maestro que conquista nuestro corazón y nos vuelve a llamar con un amor lleno de frescura y mansedumbre, que no pasa factura.
Me fijo en los discípulos
los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. 17 Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
Son once: es decir, la totalidad de los que quedan, remarcando la ausencia de Judas, el traidor. Han sido obedientes a las palabras de las mujeres que obedecen el mandato del Señor.
El Señor se manifiesta a la totalidad de los discípulos, a la totalidad de la Iglesia. Y, a pesar de nuestra imperfección como Iglesia que flaquea, Jesús es el perfecto que la perfecciona con su unción y su autoridad,  su Espíritu y su amor incondicional.
Al monte que Jesús les había indicado: indudablemente es un lugar teológico de la manifestación y la autoridad de Jesús, hijo de Dios, Mesías, Salvador. Ellos han obedecido el mensaje de las mujeres; y a pesar de ser mujeres y por tanto han creído.
Qué bueno que todos creamos el mensaje de Jesús que se nos manifiesta en su Palabra y en tantos misioneros que la proclaman y la testimonian.
Dice el texto también que: 17 Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
Normal esta duda; ver a Jesús traspasado y enterrado, y ahora resucitado. Es medio comprensible. A mí me hubiera sucedido igual. Jesús mismo los comprende y no les reprocha; antes bien sigue contando con ellos. Sigue contando conmigo y contigo que somos tan flacos en el creer. Sigue entregándonos la misión de darlo a conocer y llevar la buena nueva a otros que aún no le conocen. ¡¡Gracias Señor!!
Me fijo en Jesús:
18 Jesús se acercó a ellos y les habló así: „Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
El modelo de esta declaración está en Daniel 7:14, “Y fuéle dado señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su reino que no se corromperá.
 “El Jesús que sufrió y fue humillado ahora ha sido completamente vindicado por Dios” (Senior, 346). “Él es el director general del universo, y tiene completo control del mundo” (Bruner, 1094).Esta autoridad establece el derecho de Jesús de esperar obediencia de sus discípulos y de su habilidad para darles el poder. “Los discípulos son otorgados los credenciales para su misión pero, aún más, también son otorgados el poder que necesitan para cumplirla” (Brueggemann, 344).
¿Estoy dispuesta a esta obediencia como discípula misionera?
19 Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
Jesús les manda a sus discípulos que “doctrinen a todos los Gentiles.” En griego, “adoctrinar” es el único verbo imperativo. Yendo, bautizando, y adoctrinando son participios, subordinados al imperativo “adoctrinar.” La misión es “adoctrinar.” Para cumplir esta misión, los discípulos deben ir, bautizar, y enseñar. De esta manera, cada uno de estos participios tiene un carácter imperativo pero el único verbo imperativo en esta comunidad es “hacer discípulos.”
Nuestra responsabilidad no termina con llevar a la gente a tomar la decisión de seguir a Cristo. Debemos continuar con el proceso del discípulo, enseñando a nuevos discípulos lo que Jesús nos enseñó –y demostrando nuestra obediencia a esas enseñanzas. Mientras vivimos en esta tierra, ninguno de nosotros obedecerá o comprenderá perfectamente, por eso, el requisito de aprender nunca tiene fin.
Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”  Termina con la promesa que Jesús estará con nosotros siempre. “Donde Yahvé estaba anteriormente con su pueblo, Jesús ahora está con el suyo, la iglesia. Jesús, aunque físicamente no está presente entre ellos, no les ha abandonado. Está entre ellos, sin ser visto, y les da el poder de cumplir la misión que les ha dado” (Hagner). “Mateo siempre mira hacia delante al gran día cuando Jesús, que nunca ha abandonado a su gente, estará presente y visible en su gloria celestial y juzgará al mundo y dirá de nuevo ‘Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo’ (25,34)” (Johnson, 625). “Los discípulos han de obrar con Jesús, no simplemente para él” (Soards).
Jesús está siempre con nosotros, o ¿acaso lo dudamos?
                                             
¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO?
Señor Jesús, en este día donde conmemoramos tu Ascensión ratifico la grandeza de nuestra fe, de nuestro credo, de nuestro bautismo, de nuestro ser iglesia y por tanto, me siento discípula misionera desde que me concibió mi madre que ya por su fe y transmisión me la contagió desde su experiencia. Gracias por estos testigos que me han precedido y sin los cuales, yo no sé qué sería ahora.
Gracias por mi vocación religiosa como misionera agustina recoleta, donde de la unión vital contigo brota la misión de anunciarte, de no callarme, de lanzarme al mundo entero, donde me envíes, donde me plantes, para ser tu testigo, y  por, además, hacerlo en comunidad; no por libre, sino ligada a la iglesia; con un fuerte sentido de pertenencia de haber sido llamada aún en mi debilidad.
Gracias por entregarme/nos ese envió misionero: VAYAN Y HAGAN DISCÍPULOS!!!. Esa es nuestra tarea, no es otra. No inventemos. Evangelicemos…llevemos, alegría y esperanza a un mundo que los ha perdido. Comuniquemos lo que por derecho corresponde a todos nuestros hermanos, y no quedemos tranquilos hasta cumplir este objetivo. Y cuestionemos qué nos pasa a los cristianos si este mundo se está descristianizando…¿qué hemos hecho del mandato de Cristo? ¿A quién le estamos dejando el trabajo?
Gracias, sobre todo, por quedarte con nosotros hasta el fin de los tiempos. Cuántas garantías tenemos con tu presencia, viva, misericordiosa y entrañable entre nosotros, manifestada en tus sacramentos, en tu iglesia, en tu palabra, en tu Espíritu.
Pero, ya hemos oído -dicen los discípulos al Señor- en qué nombre hemos de bautizar; nos hiciste ministros de ese bautismo y nos dijiste: Id y bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Pero ¿adónde hemos de ir? ¿No lo habéis oído? A mi herencia. (San Agustín. Comentarios sobre el evangelio de San Juan 6,9-10

NIEVES MARÍA CASTRO PERTÍÑEZ. MAR













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