MI PRIMER RETIRO ESPIRITUAL AGUSTINIANO


Con motivo de mi preparación para el ingreso al noviciado

“Regresad al corazón”. Es una de las exhortaciones que  hacía san Agustín a sus hermanos de comunidad en su tiempo y de igual manera me dirigía a mí en estos tres días de retiro espiritual en el que renuevo y examino mi  reencuentro con Dios, conmigo misma y con mis hermanos. Reflexionábamos acerca de tres temas fundamentalmente importantes que caracterizan nuestra espiritualidad como Misioneras Agustinas Recoletas.

El fundamento de la comunidad: Reflexionamos sobre este tema desde el punto de vista del texto de Hch. 2, 42-47; Hch. 4, 32-35, en el que san Agustín se fundamenta y nos hace la invitación de tener siempre presente la importancia de la unión, comunión, fraternidad y del compartir material y espiritual entre los hermanos. Teniendo como prioridad el bien común antes que lo propio sin escatimar nada según las necesidades de cada miembro.

La oración y comunidad: Durante el desarrollo del tema  reflexionábamos que la oración es algo fundamental y que tiene que ser continua y de carácter comunitario. La oración como medio que nos hace vivir en continuo proceso de conversión de vida. Oración que nos hace integrarnos al cuerpo de Cristo que es la Iglesia. La importancia de la oración fundamentada desde la oración que Cristo nos enseñó (Lc. 11, 1-13) como modelo de oración que engloba todas las necesidades de la vida y exige adherirnos a ella.

La comunidad y la Eucaristía: El sentido comunitario de la Eucaristía es que nos congrega como Cuerpo de Cristo a compartir el Pan sagrado que es su cuerpo y que al recibirlo él se  forma en nosotros y somos invitados a ser otros Cristos según el modelo de aquel quien se entregó, se entrega y se entregará constantemente y por cada uno de los que confían en él. Vivir la Eucaristía tiene como consecuencia vivir en continua unidad, comunión, oración, conversión y entrega hacia Dios y hacia los hermanos.
Y como decía san Agustín en otra ocasión “ya habéis oído lo que deseamos, orad para que podamos cumplirlo” (sermón 356).


Gloria Hernández. Novicia MAR

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