LECTIO DIVINA, DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A (MT 21, 28-32)

¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?


INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.
Amor infinito y Espíritu Santificador:
Contra la necedad, concédeme el Don de Sabiduría, que me libre del tedio y de la insensatez.
Contra la rudeza, dame el Don de Entendimiento, que ahuyente tibiezas, dudas, nieblas, desconfianzas.
Contra la precipitación, el Don de Consejo, que me libre de las indiscreciones e imprudencias.
Contra la ignorancia, el Don de Ciencia, que me libre de los engaños del mundo, demonio y carne, reduciendo las cosas a su verdadero valor.
Contra la pusilanimidad, el Don de Fortaleza, que me libre de la debilidad y cobardía en todo caso de conflicto.
Contra la dureza, el Don de Piedad, que me libre de la ira, rencor, injusticia, crueldad y venganza.

Contra la soberbia, el Don de Temor de Dios, que me libre del orgullo, vanidad, ambición y presunción.

CONTEXTO.
El evangelista San Mateo nos presenta dos tipos de respuestas al amor de Dios: podemos decir que sí pero no nos convertimos, o podemos decir que no pero recapacitar y cambiar de vida.
Lo que cuenta, podríamos decir, son las obras, el compromiso, recordando aquello de no basta decir ¡Señor, Señor!. El acento, pues, se pone sobre el arrepentimiento, justamente, en aquellos que habiéndose negado a la fe primeramente, se dejan llenar al final por la gracia de Dios, aunque esto sirve para desenmascarar a los que son como el hijo que dice que sí y después hace su propia voluntad, no la del padre.

LECTURA DEL TEXTO.

Evangelio según San Mateo 21,28-32.

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
"¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'.
El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él".

¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Jesús comienza la parábola con una pregunta: «¿Qué les parece?». Según las convenciones sociales de la época, lo más probable es que la gente respondiera que el que actuó bien fue el primer hijo porque respondió bien a su padre. El otro hijo había puesto en entredicho el honor de su padre al desobedecerle; su negativa era una falta de respeto. 
Pero Jesús cambia la pregunta: «¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?». Lo que importa no son las apariencias externas, sino el interior de la persona; el que honra a Dios no es el que observa unos ritos externos, sino el que hace su voluntad. Al amor no lo consuma la ortodoxia (rectitud), sino el compromiso. En el tiempo de Jesús, el legalismo solía poner la ortodoxia como uno de sus pilares. Había creado una mentalidad centrada en las apariencias. Jesús sabía que para Dios, que conocía lo secreto del corazón, el hijo verdadero era el que de hecho practicaba la justicia. Esta parábola lo expresa con claridad: las relaciones auténticas con Dios se establecen sobre el compromiso. Las apariencias de obediencia (sólo palabras), no crean relaciones genuinas. Con esta parábola Jesús reafirma su predilección por los pecadores que se convierten, y nos enseña que se requiere humildad para acoger el don de la salvación. (Benedicto XVI)

Los últimos versículos del evangelio son comentados por el papa Francisco de la siguiente manera:
Jesús cuenta esta historia a los jefes del pueblo, afirmando con claridad que son ellos que no han querido escuchar la voz de Dios a través de Juan y que por esto, en el Reino de los cielos serán superados por publicanos y prostitutas, que en cambio han creído en Juan.
Y el escándalo suscitado por esta última afirmación es idéntico a aquel de tantos cristianos que se sienten "puros" sólo porque van a misa y hacen la comunión. Pero Dios tiene necesidad de otra cosa.
Si tu corazón no es un corazón arrepentido, si no escuchas al Señor, no aceptas las correcciones y no confías en Él, tienes un corazón no arrepentido.


¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?
La palabra de Dios me invita a darle una respuesta a Dios que se traduzca en disponibilidad, que imite al hijo que a pesar de todo hizo la voluntad de su Padre, así como Jesús en el huerto de los Olivos. 
Jesús me dice en su palabra que no busque apantallar, que sea humilde y no me crea mejor que los demás por el simple hecho de seguirlo con otro estilo de vida, que no ande gritando: ¡Señor, Señor! y a la hora de la verdad mi respuesta sea un: ¡ya no Señor!

Jesús me invita a ser consciente del sin número de veces que ÉL me pide algo y mi respuesta es como el hijo que dice que si pero al final no va, pero, al mismo tiempo me invita a pedir esa gracia que viene de Dios de yo poder decirle al Señor en todo momento ¡SI, SEÑOR, HÁGASE COMO TÚ QUIERAS! 

¿QUÉ ME HACE DECIRLE A DIOS EL TEXTO?
Gracias, Señor, por el privilegio de poder trabajar en tu viña. Mi anhelo es estar siempre a tu servicio y colaborar contigo en la evangelización. Me has enriquecido con muchos talentos que puedo poner al servicio de la Iglesia y de los demás. No permitas que mi miopía, mi egoísmo y amor propio me hagan avara, indiferente o sorda a la invitación que diariamente me haces de colaborar en la extensión de tu Reino.


Jasmeiry De La Cruz
Novicia MAR









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