LECTIO DIVINA DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO Evangelio según San Mateo 22, 34-40
“Amarás a Dios y luego al prójimo como a ti
mismo”
mismo”
Oración al Espíritu Santo
CONTEXTO
Jesús se encuentra en Jerusalén, precisamente en el Templo,
donde se inicia un debate entre él y sus adversarios, sumos sacerdotes, los
ancianos del pueblo y los fariseos. El evangelista presenta esta trama de
debates con una secuencia de controversias de ritmo creciente: el tributo a
pagar al Cesar (22,15-22), la resurrección de los muertos (22,23-33), el
mandamiento más grande (22,34-40), el mesías, hijo y Señor de David (22,41-46).
Los protagonistas de las tres primeras discusiones son exponentes del judaísmo
oficial, que intentan poner en dificultad a Jesús en cuestiones cruciales.
Estas disputas son planteadas a Jesús en calidad de “Maestro” (rabbí), título
que manifiesta al lector la comprensión que los interlocutores tienen de Jesús.
Pero Jesús aprovecha la ocasión para conducirlos a plantearse una cuestión aún
más crucial.
TEXTO
Evangelio según San Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho
callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la
Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento
principal de la Ley?” Él le dijo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Este mandamiento es el principal y
primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.
¿QUE DICE EL TEXTO?
Jesús discutía constantemente con las autoridades de su tiempo y
en esta ocasión lo hacía con los fariseos ya que ellos le hacían la pregunta
sobre ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Queriendo poner en
dificultades a Jesús. Pero Jesús no tuvo miedo y respondió con claridad: todo
se resume en dos mandamientos, amar a Dios y amar al prójimo. No hace falta
más. Todas las demás normas dependen de estos dos mandamientos mayores.
¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?
El amor a Dios y al prójimo ¿es para mí sólo un vago
sentimiento, una emoción, un movimiento pasajero, o es una realidad que invade
toda mi persona: corazón, voluntad, inteligencia y trato humano?
Por eso empiezo a examinar cada una de estas dimensiones de mi
vida, el corazón donde anidan mis sentimientos, preguntándole ¿qué clase de
sentimientos ofrece, será qué el amor tiene cabida en el o está en un
rinconcito donde no es visible? Doy un paso más, mi voluntad realmente está al
servicio de los demás o sólo está al servicio de mi conveniencia y beneficios
personales. Y ahora le pregunto a mi inteligencia ¿qué está haciendo con todos
los conocimientos adquiridos a lo largo de la vida en qué y con quienes lo está
compartiendo? Ahora reviso mi trato humano ¿Cuál es el trato que le doy al que
está a mi lado, será que lo trato con cariño, con paciencia, con amor o soy
indiferente a lo que me comparte y soy egoísta?
Después de hacerme estas preguntas me hago otra ¿Cuáles dominan
más en mi vida las que tienen que ver con el Amor o las que no me llevan a ella?
En medio de estas preguntas descubro que he sido creada para
amar y por eso mi realización tiene que consistir en amar a Dios con todo el
corazón, con toda el alma y con toda la mente y mi prójimo como a mí mismo. Y
este amor ha de verificarse en la caridad hacia los hermanos y en sus
situaciones existenciales.
¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO?
Señor hoy caigo en la cuenta de cómo he vivido mi vida en el
amor a ti en mis hermanos, me avergüenzo por mis faltas y de muchas veces
preguntarte como los fariseos no para seguir instruyéndome en tu escuela de
amor sino para buscar pretextos de vivir el mandamiento del amor que tú
nos pides vivir, pero también descubro que he sido creada por amor y para amor,
que es ese mi único proyecto y mi fin, por eso te pido la gracia de poder
asemejar mi corazón al tuyo que está lleno de este amor que me pides vivir y
transmitir a mis hermanos. AMÉN
Cruz M. Ajpacajá
Novicia MAR
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