LECTIO DIVINA DEL XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO San Mateo 25, 31-46


NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

“Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicieron”



INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su hijo Jesús.
Que tu palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén.


CONTEXTO

Hemos llegado a la última semana del año litúrgico y, como siempre, la Iglesia celebra la solemnidad de Nuestro Señor, como Jesucristo Rey del Universo y damos paso a un nuevo tiempo de gracia, el Adviento.
En esta última parábola, Jesús nos enseña cómo juzgará a todos los hombres sin ninguna discriminación, el día en que venga como Rey de las naciones.
El evangelio nos hace ver que a todos se nos ofrece la misma posibilidad de encontrar al Señor, socorrerle y servirle. La identificación de Jesús con los necesitados de todo tipo, tiene muchas consecuencias, ya que Jesús se ha hecho pobre y ahora está presente de manera real en todos y en cada uno de los pobres del mundo: No puede haber separación entre la fe en Dios y el amor a los demás.

TEXTO
Del santo Evangelio según san Mateo 22, 15-21 


¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Este evangelio nos pregunta si los pequeños, los necesitados, los pobres, marcan nuestras propiedades, el estilo de vida, la manera de plantear la economía, el sistema social, etc.
También nos muestra la importancia que tiene practicar las obras de misericordia, corporales y espirituales, ya que las dimensiones del amor de Dios se miden por las obras de servicio a los demás.
San Mateo, hoy nos habla sobre seis obras de misericordia específicas que debemos practicar con nuestro prójimo: Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, acoger al forastero, vestir al desnudo, visitar al enfermo, ir a ver al encarcelado.





¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?
Lo que va a decidir la suerte final no es la religión en la que uno ha vivido ni la fe que ha confesado, ayudan sí pero no es lo que nos salva. Lo decisivo es vivir con compasión, ayudando a quien sufre y necesita nuestra ayuda. Tomar conciencia de que lo que hacemos a gentes hambrientas, inmigrantes indefensos, enfermos desvalidos o encarcelados, se lo estamos haciendo al mismo Dios. Que la preocupación por la salvación del alma de nuestro prójimo sea también una de nuestras preocupaciones y que no nos quedemos únicamente en salvar su cuerpo. El Señor nos hace la invitación a vivir la caridad, porque en nuestras manos está nuestro destino; de nosotros depende si al final de nuestros días seremos llamados benditos o malditos, si seremos enviados a la derecha o a la izquierda.

¿QUÉ LE DIGO YO A DIOS?
Señor al contemplar tu evangelio me vienen sentimientos de: alegría por lo que he podido hacer por mi prójimo, tristeza por lo que no he hecho, esperanza por lo que podré hacer.
Ayúdame a vivir la virtud de la caridad con los demás. Que aprenda a descubrirte en el pobre, en el rico, en los enfermos, en mis familiares y hermanas de comunidad, para que con tu gracia me entregue a los demás y yo también reciba tus palabras consoladoras al final de mis días: “Venid, benditos de mi Padre”.




Claudia Puac
Novicia MAR

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