TESORO EN VASIJAS DE BARRO

“Con todo, llevamos este tesoro en vasijas de barro para que esta fuerza soberana se vea como obra de Dios y no nuestra.” 2 Corintios 4,7 

En diversas ocasiones me he preguntado ¿cuál es ese tesoro? del que habla San Pablo en su carta, y ¿por qué en vasija de barro? Porque un tesoro se protege, se guarda en el lugar seguro y que no sea fácil de encontrar y donde el ladrón no pueda robar fácilmente, pero el tesoro del que nos habla San Pablo es llevado en lo más frágil, en un recipiente que no nos garantiza su protección tanto de los ladrones como de su conservación frente a las inclemencias del tiempo.

Por lo tanto me surge otra pregunta un poco más profunda ¿Qué clase de tesoro es? Y caigo en la cuenta que es una metáfora que el apóstol utiliza porque seguidamente dice: “para que esta fuerza soberana se vea como obra de Dios y no nuestra.” Ante esta afirmación del para que, empiezo a comprender que el sentido de estas palabras y me viene a la memoria el pasaje de la creación en el libro del Génesis 2,7 especialmente cuando Dios formó al hombre “con polvo de la tierra” luego “sopló en sus narices un aliento de vida”, haciendo esta relación polvo-barro y aliento-tesoro empiezo a comprender con mayor claridad que la vasija de barro es cada uno de nosotros y el tesoro que llevamos es la gracia de del Espíritu Santo que se nos fue dado en nuestro bautismo y esta gracia se traduce en FE que hace posible las cosas que humanamente son imposibles, por eso al reconocer que soy solamente el recipiente que contiene la gracia de Dios me hago consciente de que nada puedo hacer con mis propias fuerzas, que todo lo que hago viene de Él y que lo único que debo hacer es dejar que Él actúe.

Pero también es necesario pedir esta gracia de dejar actuar a Dios, porque nuestra condición humana, con todas sus limitaciones nos condicionan a querer sobresalir y esto solo se logra cultivando cada día la humildad desde lo más pequeño.

Cruz M. Ajpacajá 
Novicia MAR

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