UNA EXPERIENCIA INDESCRIPTIBLE

El 12 de diciembre (día de la Virgen de Guadalupe) salimos temprano de la casa para llegar al terminal de autobuses, nos encontramos con la hermana Sandra Escobar y de allí partimos para Trinidad-Casanare.

Estando en Trinidad los P. Agustinos Recoletos nos invitaron a almorzar. Una vez terminado el almuerzo, nos despedimos de ellos y marchamos hacia la terminal para tomar el bus que nos llevaba a las veredas. Nos distribuimos de la siguiente manera: una hermana y una novicia iban a una vereda con el fin de compartir con las personas y celebrar la novena de navidad. Yo estuve acompañando a la Hna. Elsa Gómez en la vereda llamada “El Toro”

Cuando llegamos a la vereda una familia nos acogió con mucho agrado hasta el último que estuvimos.

Los primeros días en la vereda fueron muy duros para mí, ya que la mayoría de habitantes no eran católicos y los poquitos que habían no respondían como esperábamos. Pero al transcurrir los días fui comprendiendo que Dios no se fija en la cantidad sino en la fe; ÉL mismo lo dice: “donde hay dos o tres reunidos en mi nombre ahí estoy YO con ellos”. Estas palabras fueron la que más tarde me dieron consuelo.
La participación de los niños fue muy buena, a pesar de que no pasaban de cinco niños, los pocos que iban se mostraban muy dispuestos, atentos a la catequesis y participativos en las dinámicas.
 Los niños y la bella naturaleza que me rodeaba fueron ese espejo que más de una vez me mostró el tierno e infinito amor de Dios.

Esta experiencia en el llano me hizo sentir como una chica que realmente se siente amada, que fijando en el cielo una mirada agradecida, con el corazón estremecido y acompañado de un profundo suspiro dice con el salmista: «Señor dueño nuestro ¡qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! Quiero adorar tu majestad sobre el cielo con los labios de un pequeño lactante». 



Jasmeiry De La Cruz 
Novicia MAR

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