LECTIO DIVINA, DOMINGO DE RAMOS CICLO B, SAN MARCOS 14, 1-15, 47.
¡HOSANNA, BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR!
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU
SANTO
CONTEXTO
Queridos hermanos, hoy la
Iglesia Católica celebra el Domingo de Ramos, fiesta que recuerda y revive la
entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, donde pocos días después había de morir
clavado en una cruz.
Con esta celebración
comenzamos la semana más importante para nuestra fe y dentro de ella nos
preparamos para el acontecimiento tan especial que es el Triduo Pascual, donde
conmemoramos la Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor
Jesucristo.
Marcos intercala varias
historias sobre el trato que le dan a Jesús sus enemigos y sus amigos,
discípulos y seguidores. Los líderes en Jerusalén quieren arrestarlo durante la
principal fiesta judía, pero con tanta gente presente, incluso peregrinos de
otros lugares, no saben cómo hacerlo. Pero Judas (uno de los doce) les colaboró traicionando
y entregándoles a Jesús. El texto no nos dice la motivación por la cual Judas
se deja usar de esta manera, pero a través de estos capítulos sobre la pasión
de Jesús, traición, abandono y poca fe son evidentes aun entre los supuestos
amigos de Jesús, lo cual es parte de la solemne tristeza de estos pasajes.
Pero en medio de esta
injusticia que vive Jesús nunca faltaron las personas que se compadecieron de
Él, y especialmente aquellas que resaltan por su apoyo, servicio y coraje. La
mujer que unge su cabeza, Simón que
ayuda cargando su cruz, José que ofrece su tumba para un entierro digno para
"el Rey de Los Judíos" y sobre todo, no hay que olvidar a las mujeres
discípulas de Jesús, que están presentes en la cruz, en el entierro y en la
tumba vacía.
Pero el episodio no termina
en la muerte sino al tercer día, cuando Jesús resucita y todos los que lo
abandonaron también son restaurados a la luz de la tumba.
TEXTO
Del santo
Evangelio según san Marcos 14, 1-15, 45
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Marcos, nos presenta el relato de la Pasión, no como
una narración que quedó en la historia sino como proclamación de fe que se
sigue meditando hoy en día.
Este texto nos presenta una variedad de posturas que tomaron las personas con Jesús. Posturas que
no quedaron en el pasado sino que hoy en día se siguen practicando.
Fijémonos en algunas de ellas:
La postura del pueblo: Que en un principio lo recibió
como su rey, luego en poco tiempo fue el mismo pueblo quien decidió matarlo.
Muchas veces cuando nos sentimos bendecidos por el Señor lo seguimos y lo
servimos con alegría pero si pasamos por alguna dificultad, lo matamos con
nuestra ausencia en la oración, en la Eucaristía.
La traición de Judas: Discípulo y amigo, que sabía mejor
que nadie lo que Jesús había predicado. Pero va y lo entrega en horas de la
noche. En esto es importante destacar que es en la hora de las tinieblas donde
corremos el riesgo de traicionar a Dios.
La actitud de Pilato: Tenía la autoridad de liberar a
Jesús pero por miedo al pueblo y por no perder la amistad del rey prefirió lavarse las manos para no
culparse de lo que le iba pasar a Jesús. Esto se nos da practicarlo muchas
veces con los demás, ya sea en el trabajo, en la pastoral, en el estudio, en la
propia familia, cuando las cosas no marchan tan bien decidimos lavarnos las
manos y dejar que los otros den la cara ante la situación.
Tu que decías ser el Hijo de Dios, demuestra
que eres lo que dices: Esta expresión la decimos de una u otra manera, “si tú eres Dios no permitirías lo que me
pasa, me darías lo que te pido, no me hubieras hecho como soy”, etc.
Pero también tenemos mucho de Jesús; cuando sufrimos
con amor los caminos de cruz que nos toca vivir, perdonar a los que nos hacen
daño, entregar todo por amor, aceptar la voluntad del Padre.
Debemos decidir constantemente de qué lado estamos, si
somos amigos o enemigos de Jesús. Sobre todo debemos acoger la actitud humilde
de María que no dejó sólo a su hijo, sino que lo acompañó hasta el pie de la cruz.
¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?
Ante este relato me
siento invitada, en primer lugar, a dar gracias por el amor incondicional
del Padre, que entregó a su Hijo por nuestra salvación. Segundo; que sea capaz
de revisar y comparar mis actitudes con las diferentes posturas que se
mencionaron en el texto para ver si estoy del lado del Señor o en contra, si
soy su amiga o su enemiga, yo que me digo seguidora de Él, ¿cuántas veces lo he
traicionado como Judas o lo he negado como Pedro? ¿Y cuántas veces he sido capaz
de arrepentirme y volver a Él? o ¿es que estoy aún lejos, como Judas, que
se alejó para siempre? Todo esto es una gracia que el Señor da para mejorar y
pedir perdón por aquello que no he hecho bien, que no ha sido de acuerdo a la
voluntad del Padre.
¿QUÉ LE DIGO YO A DIOS?
Señor, tu fidelidad es incomparable; gracias por entregarlo todo por amor a la humanidad. Te pido perdón por las veces que no sé valorar
esta entrega y me empeño en hacerle daño a otros. Perdón por seguirte crucificando en las cosas que no hago tan bien, por las veces que te dejo solo y no soy capaz de reconocerte por temor a lo que me pueda suceder.
Concédeme la gracia de ser como María, tu madre, que
nunca te abandonó, dame la fortaleza para sufrir contigo la cruz de cada día,
y sobre todo que aprenda a entregarlo todo por los demás. Amén
Claudia Puac
Novicia MAR
Comentarios
Publicar un comentario