Lectio divina-Domingo de Resurrección –Ciclo B-Jn 20, 1-9
¡¡¡Cristo, ha resucitado, Aleluya,
Aleluya!!!
“Hoy el cielo y la tierra cantan ‘el nombre’
inefable y sublime del Crucificado resucitado.”
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:
CONTEXTO
En este Domingo de Pascua gritamos con todas
nuestras fuerzas y desde lo más profundo de nuestro corazón: “¡Cristo
ha resucitado de entre los muertos dándonos a todos la vida!”.
A la luz de esta certeza hoy brota lo mejor de
nosotros mismos e irradia con todo su esplendor nuestra fe como discípulos de Jesús. Efectivamente,
somos cristianos porque creemos que Jesús ha resucitado de la muerte, está
vivo, está en medio de nosotros, está presente en nuestro caminar histórico, es
manantial de vida nueva y primicia de nuestra participación en la naturaleza divina.
Hoy nos
levantamos con una nueva mirada sobre el mundo porque la Resurrección de
Jesús tiene un significado y una fuerza que vale para toda la humanidad, para
el cosmos entero y, de manera particular, para los dolorosos acontecimientos
que afligen a la humanidad.
La Buena Nueva de la Resurrección de Jesús es
palabra poderosa que impulsa nuestra vida.
TEXTO
Jn 20,
1-9
¿QUÉ DICE?
María Magdalena, se dirige al sepulcro al despuntar
la aurora, al llegar, se asombra porque la piedra que cubría el sepulcro estaba
movida y el cuerpo de Jesús no se encontraba dentro, ante esto, sale corriendo
a buscar a los discípulos, se encuentra con Pedro y el discípulo amado, les dice
lo que pasa en el sepulcro y les pregunta: si alguien se había llevado el
cuerpo de Jesús ya que no sabían en dónde estaba.
Quizás los discípulos al principio no le creyeron a
la mujer, pero al final salieron corriendo para ver si era verdad. El otro
discípulo llegó primero que Pedro al sepulcro y se dio cuenta que era verdad,
se asomó pero no entró, luego llegó Pedro y entró directamente, afirmando que
realmente era verdad: el cuerpo de Jesús no estaba allí, pero sí estaban los
lienzos tirados en el suelo donde se había envuelto su cuerpo, también estaba
el lienzo que cubría su cabeza enrollado en sitio aparte, únicamente faltaba el
cuerpo de su Maestro, el otro discípulo que se había quedado fuera entró y vio
todo y en ese momento comprendió las palabras que Jesús había dicho de
Resucitar entre los muertos, porque en varias ocasiones les había anunciado
este gran acontecimiento y no lo habían comprendido.
¿QUÉ ME
DICE?
Señor ya estamos en el momento más importante de la
vida de todos los cristianos, estamos en el culmen de nuestra salvación,
celebramos tu Gloriosa Resurrección, hoy en tu evangelio me presentas
personajes y signos claves para comprender este momento tan importante en mi
vida y en la vida de tu Iglesia. Me encuentro con:
· María Magdalena que se
dirige al sepulcro de madrugada; seguramente madruga por el amor que te tenia,
porque su corazón no resistía tu ausencia, por eso no se espera al amanecer,
Señor, el amor de ella hacia ti cuestiona mi amor por ti, me invita a cernir
mis afectos y motivaciones para que cada día pueda ofrecerte un amor más puro.
· La piedra removida y tu cuerpo que no está: esto me invita a ver los momentos difíciles de mi
vida, los momentos donde los problemas y circunstancias nublan mis ojos y ponen
a prueba mi fe, cuando experimento que mis oraciones no son escuchadas, cuando
te siento lejos y callado. Me invitas a ver cómo reacciono en esos momentos: a
quién acudo, si tomo la actitud de María Magdalena de ir en busca de tus amigos
o empiezo a buscar por otros lados.
· Pedro y el discípulo amado se dirigen al sepulcro; esta escena me recuerda el camino cuaresmal que
acabamos de hacer, y me invita a revisar el proceso que he hecho durante este
tiempo y sobre todo a ver que resucito
hoy contigo.
· Las venda en el suelo y el lienzo enrollado en sitio
aparte;
Señor, tus vendas son pruebas que me das para
empezar a creer que verdaderamente estas vivo, que la muerte no tiene dominio
sobre ti, que ya gozas de tu Gloria y
que nos haces participes de ello.
· El otro discípulo entra, ve y cree (comprende todo): Señor, me invitas a creer con la fe, a recordar
constantemente tus enseñanzas, a retomar el camino cuantas veces sea necesario
para comprender y creer en tu Evangelio, me invitas a verte en los signos de
los tiempos, en los acontecimientos de la vida, en lo cotidiano y en lo
extraordinario de las cosas.
¿QUÉ LE DIGO?
Señor,
hoy solo quiero cantar Aleluya desde el corazón y resucitar a una vida nueva
junto a ti, quiero unirme a toda tu iglesia en este gran día, día de fiesta y
gracia en la que se ensancha en corazón de gozo y regocijo por tu triunfo, pero
permite, Señor, que no me quede en la euforia del momento, que pueda realmente vivir
con alegría todo este tiempo de Pascua que ahora empezamos a vivir, y que
también pueda hacer de toda mi vida una permanente pascua en la que sea una
verdadera discípula misionera de tu Resurrección, que pueda amar a mis hermanos
sin mirar raza, lengua y credo que solamente sea una humilde servidora a
ejemplo tuyo.
CRUZ M. AJPACAJÁ
NOVICIA MAR
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