LECTIO DIVINA SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA CICLO C, SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (6, 28b-36)
“Este es mi Hijo, el
escogido, escúchenlo”
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
CONTEXTO:
En el relato de la
transfiguración de Jesús, propuesta para este segundo domingo de cuaresma,
pareciera que empieza a dar respuesta a la pregunta realizada por Jesús a sus
discípulos y a su vez la confirmación a la respuesta dada por Pedro (v. 9,10),
donde se expresa: “¿Quién dice la gente que soy yo?” “El Cristo de Dios”. En el
Evangelio de hoy el Padre hace escuchar su voz declarando la identidad más
profunda de Jesús, quien es la Buena Nueva del cual tenemos que estar apegados
y escucharlo.
Del
santo Evangelio según san Lucas 6, 28b-36
En aquel tiempo, Jesús cogió a
Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y,
mientras oraba, el aspecto de su Rostro cambio, sus vestidos brillaban de
blancos. De repente, dos hombres conversaban con El: eran Moisés y Elías, que,
apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose, vieron su gloria y
los dos hombres que estaban con Él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a
Jesús: - “Maestro, que bien se esta qui. Haremos tres tiendas: una para Ti,
otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía. Todavía estaba
hablando, cuando llego una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la
nube. Una voz desde la nube decía: - “Este es mi Hijo, el escogido,
escúchenlo”. Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron
silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
¿QUÉ DICE
EL TEXTO?
El Evangelio de Lucas, nos
indica que es importante asumir a Jesús como norma suprema para la vida. Ya no
hay otra forma de comprender lo que Dios quiere, lo que Dios pide, sino no
dejamos que sea Jesús quien lo diga con su vida y con su palabra. La
transfiguración de Jesús es una teofanía, es decir, una manifestación de la
presencia-acción de Dios en la vida de Jesús. Es la manifestación del estado
definitivo de Jesús, el Hijo de Dios. En esta manifestación que Dios hace deja
claro, sin cabida al titubeo, que Jesús es el único y verdadero interprete de
la Escritura y de la voluntad-plan de Dios. Ya no hay nadie más, ni del pasado,
ni para el futuro que pueda decir lo que a Dios le gusta, lo que Dios ama. El
único que puede decir con toda autoridad es Jesús.
¿QUÉ ME
DICE EL TEXTO?
La oración es un medio
indispensable para llegar a una verdadera transfiguración, pues por esencia
nuestra vida ya en si es una “trasfiguración” en el que Dios se va manifestando
diariamente, en cuanto nuestra búsqueda continua sea hacer la voluntad del
Padre.
El Evangelio hace una
invitación a la contemplación, escucha de la voz del Padre que habla desde lo
más profundo del corazón que a su vez se trasforma en acción como sucede con
los discípulos al testimoniar después de la resurrección de Cristo.
También hace una invitación de
despertar del “sueño” que muchas veces no nos permite ver la acción
transformadora de Dios en nuestras vidas. Pero para que llegue a ser vida esta
Palabra en nuestras vidas, nunca apartemos la mirada de Cristo, Hijo escogido
del Padre.
¿QUÉ LE
DIGO YO A DIOS?
Señor reconozco que, muchas
veces el “sueño” me impide ser consiente y reconocer los prodigios que
continuamente realizas en mi vida.
Oh Señor, concede a mi corazón adormecido y
cansado la capacidad de contemplar los prodigios en los que a diario
manifiestas tu presencia transformadora.
Concede Señor que mi mirada
este siempre fija en ti, incluso en los momentos de calvario y, así llegar a
disfrutar de tu gloriosa resurrección en compañía de todos los santos. Amen.
Gloria
Hernández.
Novicia MAR
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