LECTIO DIVINA PARA 23 DE febrero de 2020 DOMINGO VII°. TIEMPO ORDINARIO CICLO A.


INICIAMOS CON LA INVOCACION AL ESPÍRITU SANTO PARA QUE SEA ÉL QUIEN NOS GUIE.
Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz. Ven, Padre de los pobres; ven, Dador de las gracias; ven, Lumbre de los corazones. Consolador buenísimo dulce Huésped del alma, dulce Refrigerio. Descanso en el trabajo, en el ardor tranquilidad, consuelo en el llanto. Oh Luz santísima, llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles. Sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea inocente. Lava lo que está manchado, riega lo que es árido, cura lo que está enfermo. Doblega lo que es rígido, calienta lo que es frío, dirige lo que está extraviado. Concede a tus fieles, que en Ti confían, tus siete sagrados dones. Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales el eterno gozo. Amén.
CONTEXTO
El pasaje se ubica dentro de la sección en la que se describe la Nueva Ley que inspira al discípulo de Jesús, la “Justicia mayor del Reino” (Mt 5, 20-48).
En esta sección, como hemos visto, en seis ocasiones Jesús retoma la Ley (“Habéis oído que se dijo…”) para mostrar cómo él se da la justicia nueva y superior, es decir, la plenitud de la Ley (“Pero yo os digo…”). Por este elemento formal, esta sección es conocida como de las “antítesis”.
Estamos ahora ante la quinta y sexta antítesis. Éstas, como indicamos arriba, exponen lo nuevo del estilo de vida de un discípulo de Jesús en el ámbito relacional conflictivo, particularmente cuando uno es el ofendido.
La quinta antítesis expone la reacción que se espera de un discípulo ante situaciones de agresión puntuales. La sexta, ante situaciones permanentes (un “enemigo”).
TEXTO
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,38-48)
 ¿QUE DICE EL TEXTO?
Continuamos a la escucha del Maestro en el Sermón de la Montaña, seguimos en la tónica del discipulado, la justicia del Reino, que genera vida y fraternidad, es la que le da pleno sentido a la “Ley y los Profetas”. Jesús no vino a darle “cumplimiento” exigiendo una observancia más rigurosa sino remontándose hasta la voluntad del legislador, hasta su corazón. De hecho, la Ley no hace sino señalar qué es lo que el Padre quiere que hagamos, pero ella no tiene la fuerza interna para hacernos realizar su voluntad.
En el Evangelio de hoy queda claro de una vez por todas que lo fundamental es ser “hijos en el Hijo”, es decir, que el amor cristiano no es más que la manera de ser del Padre Dios reflejado en sus hijos, así como nos lo reveló en su Hijo Jesús. En pocas palabras: “Sean hijos de vuestro Padre del cielo… Sean perfectos como es perfecto vuestro Padre del cielo” (Mt 5, 45. 48). El punto es que esta “filiación” y está “perfección” se deja conocer en la manera como enfrentamos la violencia.
¿QUE ME DICE EL SEÑOR A TRÁVES DEL TEXTO?
El día de hoy el Señor me invita hacer humilde, y sobre todo llena de amor, como él nos amó, en cada palabra que nos relata el texto, él Señor lo hizo cuando llego el momento de entregarse por cada uno de unos otros.
Cuando lo golpearon entrego la otra mejilla, entregó su túnica, su manto, llevo la cruz más de una milla, amo y perdono a sus enemigos.
Y esto es lo que me pide a mí, entregarme por completo, amar y orar por aquellos con los que no tengo una muy buena relación.
¿QUE LE DIGO YO A DIOS?
Señor dame la gracia de entregarme y amar a los demás como tú lo hiciste, con esa misma generosidad, caridad y misericordia.
Mi vida tiene sentido si Tú la tomas y haces con ella lo que mejor de parezca. Mi vida tiene sentido cuando te miro a los ojos y me doy cuenta de que Tú me miraste primero. Mi vida tiene sentido cuando me despierto y reconozco que fuiste Tú quien me acompañó el día anterior. Mi vida tiene sentido cuando te miro en el pobre, en el otro. Mi vida tiene sentido cuando al mirar mi fragilidad reconozco que Tú me tomas con toda ella y me invitas a seguir caminando. Soy frágil Señor, y me cuesta no serlo. Quiero enmendar, pero todo se queda en un bonito deseo. ¿Por dónde Señor? ¿Por dónde tengo que seguir para encontrar el sentido de mi vida? No me sueltes la mano Señor, que, sin tu mano, mi vida pierde sentido.
(Pablo González, sj)


Yessica Victoria, Novicia MAR







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