LA OBEDIENCIA EN LOS TIEMPOS QUE ESTAMOS VIVIENDO II
El día de hoy quisiera compartirles la
segunda parte de la reflexión sobre
nuestra actitud de obediencia en momentos de crisis, que nos
desestabilizan y no sabemos como actuar o que hacer.
Si las autoridades muestran señales de
incompetencia, si cometen errores al establecer planes de emergencia y al
buscar cómo abastecer a la sociedad, las personas sienten una fuerte sensación
de desamparo. Incluso, en ocasiones, empiezan a pensar desde la perspectiva del
“sálvese quien pueda”, que tantas disgregaciones y problemas genera en las
ciudades y los Estados.
Como resulta obvio, obedecer una orden
dañina no tiene ningún sentido. Pero desobedecerla no resulta fácil, sea porque
las autoridades pueden actuar con sistemas represivos que aumenten los males
presentes, sea porque una rebelión de individuos o de grupos tampoco es algo
inocuo y sin riesgos.
En ese tipo de casos se produce una
terrible lucha interior en las mentes de quienes perciben en toda su viveza los
pros y los contras de las dos alternativas: ¿hay que obedecer una orden dañina
para mantener la cohesión social? ¿O hay que oponerse a la misma a costa de
crear luchas internas que pueden ser tan nocivas, o incluso más, que lo que
pasará si se obedece a mandatos equivocados?
En momentos así hace falta mucha
prudencia para no promover, según el famoso dicho popular, remedios que
provoquen más daños que la enfermedad... Al mismo tiempo, hay que buscar
caminos para controlar a las autoridades públicas de forma que se eviten que
los gobernantes sean incompetentes o tomen decisiones equivocadas.
Constatar la vulnerabilidad de los
gobernantes en los momentos de crisis despierta una conciencia profunda de las
propias responsabilidades que hace posible evitar los daños que se producirían
si se adoptase una obediencia servil, incondicional, ciega, ante mandatos
equivocados.
Al mismo tiempo, esa responsabilidad
promoverá una obediencia madura, en la que las personas y los grupos puedan
sopesar seriamente si las órdenes recibidas en medio de la situación de crisis
han de ser aceptadas, o si merecen una resistencia adecuada para evitar males
mayores y parar buscar alternativas eficaces a la hora de proteger el bien
común.
Yessica Victoria, Novicia MAR
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