LECTIO DIVINA: Fiesta de la Santísima Trinidad



      INTRODUCCION: Hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, la liturgia nos permite así acercarnos al gran Misterio que nos habla del ser mismo de Dios,  un Dios comunitario, un Dios Único presente y actuante a lo largo de nuestra historia.

SAN AGUSTÍN Y LA SANTÍSIMA TRINIDAD
  
   Estaba Agustín paseando por la playa pensando sobre el Misterio de la Santísima Trinidad; ¿cómo era eso que: El Padre es El Hijo, El Hijo es El Padre, EL Padre y El Hijo son El Espíritu Santo, y que El Espíritu Santo es el Padre y El Hijo, etc.
     Por supuesto que su cerebro mortal no concebía la idea, más bien, se enredaba cada vez más. 
      En eso vio a un niño que estaba, con una pequeña conchita, sacando el agua del mar y echándola en un pocito en la arena.
      ¿Qué haces niño? – preguntó Agustín.
     ¿No lo ves?, estoy sacando toda el agua del mar para vaciarla en este pocito – dijo el niño.
      Pero… ¿no te das cuenta que eso es imposible? – replicó Agustín.
      Agustín – le dijo el niño – es mucho más fácil que yo logre hacer esto, que tú comprendas el       Misterio de la Santísima Trinidad.

ORACIÓN DE INICIO
      Trinidad Santa, en medio de tantas palabras que oímos, leemos y repetimos a diario,  nos alegra poder escuchar ahora la tuya, como Palabra siempre actual y de inagotable riqueza.
Gracias a ella te conocemos a ti, "el único Dios verdadero y a tu Enviado Jesucristo".
      Que su Espíritu nos enseñe a interpretar correctamente tu Palabra, y haga brotar de nuestro corazón el deseo de meditarla en silencio, abriendo nuestro corazón  a Dios para alabar, dar gracias, implorar y pedir perdón.  Amén

LECTURA:   Mateo 28, 16-20


      Los invito a que dispongamos el oído y el corazón para acoger la Palabra que la liturgia de este domingo nos regala, que este momento nos prepare para entrar en la dinámica que el mismo Jesús nos propone con su palabra: acercarnos al misterio de la Santa Trinidad: Padre – Hijo - Espíritu Santo.
      a)Leemos el texto:16Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.  17Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. 18Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo’”.

      b)Contexto: Nos encontramos ya al final del evangelio de Mateo, el evangelista nos narra así el último encuentro de Jesús con sus discípulos, y observamos a  un grupo de hombres que aún no han comprendido del todo al Maestro y su misterio de Muerte y Vida (v.17).
Pero vemos como Jesús les confía una misión (v.19), de que sean  continuadores de la obra evangelizadora. ¿Pero en qué consiste que al igual que los discípulos nosotros también seamos esos continuadores de la obra evangelizadora? 
En que nos hagamos discípulos de Jesús, es decir que desde nuestro estado de vida, seamos hombres y mujeres que vivimos  la experiencia de encuentro con el Maestro desde una relación de cercanía, de un conocimiento mutuo. Y en donde también nos habla de una manera sencilla y concreta de que podemos hacerlo: bautizando en nombre de la Trinidad, participando de esta comunidad de amor, aprendiendo de la relación de comunión  y comunicación que se va  cultivando en nuestro interior de este  misterio de Amor que es Dios mismo.
También nos hace una promesa (v.20): “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Jesús está con nosotros es decir, se ha hecho visible, compañero de nuestro camino. Su presencia no es nunca una imposición. Jesús quiere que aprendamos a buscarle, el siempre camina y hace historia con nosotros, su pueblo.
Y está aún con nosotros en cada pequeño y pobre, que es despreciado en nuestra sociedad. Está con nosotros en la comunidad de los hermanos reunidos para hacer memoria de él, que para la salvación de todos, se hizo pan partido y vino compartido en la alegría. Jesús está con nosotros pero nosotros tenemos un gran compromiso cada día que es: estar con él y seguirlo incluso cuando en nuestras vidas el camino del Calvario y cargar la cruz se cruce en nuestras vidas. Ahí está la prueba de nuestra fe y confianza en Jesús, en que si somos capaces de permanecer con él como sus discípulos fieles, podremos llegar al monte desde el que nos enviará cada día a llevar el anuncio de su amor a todos nuestros hermanos. 

MEDITACION: ¿Qué me dice o nos dice el texto de Mateo?
Ahora en un momento de intimidad profunda con el Maestro, abrimos nuestro corazón para que esta palabra sea alimento para nuestra vida. Vuelvo  a leer el texto… me detengo ahora en aquel versículo, frase o palabra que resuena en mi interior… y me dispongo a preguntarme:

·      ¿Acudo al llamado misionero que el Señor me hace?
·      ¿Cómo vivo el ejemplo de la Santísima Trinidad que es Comunidad de Amor? ¿Brindo amor efectivo en mi comunidad?

El Señor me invita a salir de mí misma, e ir más allá de las fronteras como Misionera Agustina Recoleta.
Porque esto no es solo una invitación solo para sacerdotes o consagrados. El Papa Francisco dijo: “Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor.”
Todos somos iglesia, estamos llamados a hacer misión.  Así como Jesús subía a la montaña para orar a su Padre y acudía al Espíritu Santo para garantizar a los suyos la continuidad de esta historia de Salvación, así mismo, debemos imitar esta comunidad de Amor y dar cumplimiento a la misión que se nos ha encomendado como un solo cuerpo, en donde cada uno cumplamos con nuestra tarea específica.

ORACIÓN.  ¿Qué le respondo al Señor luego del regalo de su Palabra?

      Por medio del bautismo, sacramento de la fe, nos introducimos en el círculo trinitario mediante nuestro nacimiento a la vida de adopción filial por Dios, como lo testifica su Espíritu dentro de nosotros: somos hijos, hijas de Dios… es por eso que en este momento de encuentro con la Palabra, volvemos a releer el texto bíblico y dejamos que de nuestro interior brote la oración dirigida a Dios Padre…
·      ¿Qué quisiera hablar con Él…?
·      ¿Cómo respondo a su invitación a ser parte de su misión: “vayan y evangelicen”?

      Dejemos que de mi interior fluyan las palabras para aprovechar este momento de intimidad con El…

Eres Dios, uno y trino,
el misterio de la fe que me envuelve.
Por el llamado de tu Hijo me hago discípulo,
por la unción de tu Espíritu Santo
llevo conmigo el poder del misionero.

Quiero aprender a servirte
y caminar con tu Iglesia
en la misión que nos encomiendas,
de enseñarles a todas las naciones
lo asombroso de tu amor.

CONTEMPLACIÓN: Dejo que el Señor me hable y me ame

      Te invito a insertarte en la escena.  Sé tú parte de esos discípulos que el Señor envía… ¿dónde estás?  Ahora Jesús te mira a los ojos y pronuncia tu nombre: ……anda y anuncia mi evangelio… en tu hogar, trabajo, barrio, comunidad.  Quédate unos instantes contemplando al Señor…

ACCIÓN: Y ahora ¿Cómo hago vida esta Palabra?

      Hoy el Señor me invita a ser una discípula misionera. Te doy gracias por tu palabra que me has hecho ver mejor tu voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine mis acciones y me comunique las fuerzas para seguir lo que tu Palabra me ha regalado. Haz que al igual que María, tu Madre, pueda no solo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra.

ORACIÓN DE ENVÍO:
Hoy te aclamamos, Dios Padre, Dios Hijo
y Dios Espíritu Santo,
como el único Dios de vida frente a tantos ídolos de muerte.
Bendito seas, Padre,
que por Cristo y el Espíritu nos haces hijos
y nos admites en el círculo trinitario de tu amor y tu amistad,
ahí radica nuestro gozo y esperanza
y la fuerza para el camino.
Que sintamos cada día tu presencia animándonos en nuestra misión. Amén


Novicia Mar, María Agustina Rodríguez.

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