Primer Domingo de Adviento del Ciclo C. (Lc. 21, 25-28. 34-36).

“Estén despiertos y oren incesantemente”.

Da clic al enlace para disfrutar del audio de la Lectio Divina: ENCUENTROS CON JESÚS (C) - 1º DOMINGO DE ADVIENTO. Llamada a la esperanza. ¡Levantaos, se acerca vuestra liberación!


“No rezar es esto: cerrar la puerta al Señor, para que no pueda hacer nada. En cambio, la oración, ante un problema, una situación difícil, una calamidad, es abrir la puerta al Señor para que venga. Porque Él hace nuevas las cosas, sabe arreglar las cosas, ponerlas en su sitio”
(Papa Francisco)

En este día comenzamos un nuevo año cristiano, en el ciclo C el Señor nos hablará por medio del evangelio de Lucas, escrito entre los años 80-90, dirigido a una comunidad cristiana de origen helenista, convertidos al paganismo. Intenta dar respuesta a algunas de las problemáticas de su tiempo: la esperanza ha decaído, hay dudas y crisis, la propuesta de la comunidad de hermanos encuentra dificultades en su práctica.

También iniciamos el tiempo de Adviento, tiempo de espera, preparación para la venida del Mesías, el Hijo de Dios. Nos acompañarán los profetas (Jeremías, Baruc, Sofonías y Miqueas) que anuncian un tiempo de restauración de todo lo humano; Juan el Bautista y, sobre todo, la Madre de Jesús en esta nuestra preparación. El Adviento es un tiempo favorable para reavivar nuestra esperanza, por la alegría del Señor que viene a visitarnos.

Invocación al Espíritu

Escuchemos este canto con la convicción que el Santo Espíritu de Dios tiene el poder para preparar nuestro corazón, con su amor, su fuerza, su misericordia; ilumina, abre los ojos de nuestro corazón, para encontrarnos con la Palabra y el mensaje que tiene Dios para nosotros hoy.


Lectura.

“Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas.   En la tierra se angustiarán los pueblos, desconcertados por el estruendo del mar y del oleaje.  Los hombres desfallecerán de miedo, aguardando lo que le va a suceder al mundo; porque hasta las fuerzas del universo se tambalearán.
  Entonces verán al Hijo del Hombre que llega en una nube con gran poder y gloria. Cuando comience a suceder todo eso, enderécense y levanten la cabeza, porque ha llegado el día de su liberación.
  Presten atención, no se dejen aturdir con el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que aquel día no los sorprenda de repente porque caerá como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.
  Estén despiertos y oren incesantemente, pidiendo poder escapar de cuánto va a suceder, así podrán presentarse seguros ante el Hijo del Hombre.”[1]

Algunas preguntas que nos pueden ayudar para descubrir que dice el texto son:

1. ¿Cómo comienza el texto?
2. ¿Quién es el que dirige el discurso?
3. ¿Cuáles son las señales que dice el evangelista?
4. ¿Quién aparecerá y de qué forma lo hará?
5. ¿Cuándo suceda esto qué debemos hacer los que creemos en Cristo?
6. ¿Qué es lo único que permanecerá, luego del fin de todo?
7. ¿Cómo debemos estar atentos?
8. ¿Qué significa estar despiertos y orar incesantemente?

Jesús continua el discurso apocalíptico,  hablando de una situación donde habrá señales en los astros, angustia, desconcierto, los hombres desfallecerán de miedo, aguardando lo que le va a suceder al mundo; porque hasta las fuerzas del universo se tambalearán, un mensaje trágico, que hace temblar a cualquiera.

Pero no se queda en esta tristeza, desesperación, nos da una esperanza, nos dice: “verán al Hijo del Hombre que llega en una nube con gran poder y gloria”, Cuando comience a suceder todo eso, enderécense y levanten la cabeza, porque ha llegado el día de su liberación”. Ningún tipo de mal terreno ha de desesperar a los seguidores de Jesús, porque Él vendrá con su Reino a liberarnos.

Luego Jesús advierte ante el peligro de la dispersión, de poner nuestro corazón en las cosas del mundo, es necesario para el discípulo de Jesús el auto control, no dejarse llevar por todo lo que se le antoja, buscar en todo hacer la voluntad de Dios, bailar la música que Dios pone, del amor, la entrega, la paz, la misericordia, la justicia…

Enseguida  invita a estar despiertos y orar incesantemente, para poder presentarnos seguros ante el Hijo del Hombre. Mantener esa actitud tan propia del Adviento de esperar, de la espera alegre ante cualquier tipo de situación, porque viene nuestra salvación, viene el Reino tan distinto a los reinos de este mundo, ese Reino que se va dando dentro de nosotros, en lo más profundo y que al que es necesario despertar.

Meditación.

Reconociendo qué dice el texto, introduzcámonos un poco más en este encuentro y preguntémonos ¿qué me quiere decir hoy a mí Dios en este texto?

Algunas preguntas que nos pueden servir para la meditación:

Ø ¿Qué situaciones de actualidad me preocupan? ¿estás a que me llevan a desesperarme y creer que todo está perdido o  a presentárselas al Dios que todo lo puede, con fe y esperanza?
Ø ¿En qué espero, en mis propias fuerzas o en la de los demás; o en la fuerza de Dios?
Ø ¿En mi vida reconozco a Jesús que me viene a liberar, a salvar, a darme vida, cambiarlo todo,  o vivo de tejas para abajo, sujeta(o) a lo que sucede, justificándome en el “yo soy así”?
Ø ¿Qué es más importante para mí: darle rienda suelta a mis deseos humanos, o buscar con empeño la voluntad de Dios?
Ø ¿Qué cosas me atan?
Ø ¿Camino con libertad?
Ø ¿Hago lo que quiere Dios?
Ø ¿Cómo es mi oración, es la oración del que confía, agradece, se siente abandonado en el Señor, en el que están puestas todas sus esperanzas; o es una oración de mera petición, donde Dios está solo cuando lo que yo quiero sucede?

Oración.

Ante esta meditación, donde hemos descubierto lo que nos dice Dios en el hoy de nuestra vida, es necesario darle una respuesta: ¿Qué le digo yo a Dios?...

Señor bueno, te doy las gracias por este diálogo tan importante. A veces estoy distraída/o y las cosas de este mundo me hacen olvidar lo más importante.  Te pido, Señor, que me des la fuerza de voluntad para que cada acción de mi vida esté orientada Ti. Te doy Gracias Señor, porque me ofreces la liberación. Señor, que no me deje aturdir por los vicios, la embriaguez y las preocupaciones cotidianas. Que no me envuelva la rutina. Que cada día sea un nuevo momento de encuentro contigo. Que viva Señor de acuerdo a Tu Palabra y no de acuerdo a los criterios del mundo. Amén[2]

Contemplación.

Escuchemos esta canción del Benedictus, profundizando esa invitación que nos hace el Señor de despertar y orar incesantemente.


Acción.

La oración debe siempre llevarnos a una acción, a compartir el amor que Dios nos da, así que te invito a que en un momento de silencio reconozcas una actitud negativa en la que trabajarás durante la semana para preparar tu corazón para la llegada de Jesús.


Karen Polanco Peguero




[1] http://bibliadenuestropueblo.com/BNP_OL_03.asp?LIB=Lucas&CAP=21

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