LECTIO DIVINA – 21° III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Mc 1, 14-20

Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.



Invocación al Espíritu Santo



Contexto
Jesús proclamaba la Buena Nueva de Dios. La Buena Nueva de Dios no solamente porque viene de Dios, sino que también y sobre todo porque Dios es su contenido. Dios, Él mismo, es la mayor Buena Nueva para la vida humana. Responde a la aspiración más profunda de nuestro corazón. En Jesús aparece lo que acontece cuando un ser humano deja que Dios entre y reine.

Jesús anuncia la llegada del Reino. Interpela al mundo con la necesidad de la conversión. Reino, conversión y llamada son realidades inseparables que desde entonces vivimos en la Iglesia.

El primer objetivo del anuncio de la Buena Nueva es formar comunidad. Jesús pasa, mira y llama. Los cuatro primeros en ser llamados: Simón, Andrés, Juan y Santiago, escuchan, lo dejan todo y siguen a Jesús para formar comunidad con él. ¡Parece amor a primera vista! Según el relato de Marcos, todo aconteció durante el primer encuentro con Jesús.

Texto


Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

¿Qué dice el texto?
En Galilea. Este breve pasaje concluye la introducción (1-13) y da comienzo a una nueva etapa del evangelio. Con cuatro verbos: cumplir, está cerca, arrepentirse y creer. Jesús sintetiza su plan misionero.
Juan termina su actividad y da paso a la de Jesús. Proclamar o predicar es clave en el modelo pedagógico de Jesús. Se ha cumplido el tiempo que indica la decisión de Dios de actuar e inaugurar una nueva etapa en la historia de salvación. El reino de Dios no es un lugar sino una experiencia de vida bajo los parámetros del proyecto de Dios (vida, justicia, solidaridad, fraternidad, paz…). La persona de Jesús hace cercano el reino de Dios. Arrepentirse significa cambiar de rumbo y volver a Dios, que en este caso es creer en la Buena Noticia de Jesús.

Llama a los primeros discípulos. Jesús llama a «otros» para darle un sentido comunitario a su misión. Sin comunidad no hay reino. Tradicionalmente los discípulos buscan a su maestro. Aquí es Jesús el que toma la iniciativa y llama a los que ÉL quiere, por su nombre, en un lugar y una realidad concreta. Los hace pescadores de hombres, una metáfora que le da un sentido universal a la misión e indica que no cambia la profesión sino los escenarios y destinatarios. La vocación no es sólo llamada y respuesta, es sobre todo dejar (conversión), seguir (compromiso) y adherirse (fe) al proyecto de Jesús.
Meditación del Papa Francisco
Jesús llama a Pedro, Andrés, Santiago y Juan: están pescando, pero dejan enseguida las redes y le siguen. El Señor quiere preparar a sus discípulos para su nueva misión. Es precisamente de Dios, del amor de Dios, preparar los caminos... preparar nuestras vidas, para cada uno de nosotros. Él no nos hace cristianos por generación espontánea: ¡Él prepara! Prepara nuestro camino, prepara nuestra vida, desde hace tiempo:
Parece que Simón, Andrés, Santiago y Juan hayan sido elegidos definitivamente aquí, ¡sí han sido elegidos! ¡Pero ellos en este momento no han sido definitivamente fieles! Después de esta elección se han equivocado, han hecho propuestas no cristianas al Señor: ¡han renegado al Señor! Pedro en grado superlativo, los otros por temor: tienen miedo y se van. Han abandonado al Señor. El Señor prepara. Y luego, después de la Resurrección, el Señor ha tenido que continuar en este camino de preparación hasta el día de Pentecostés. Y después de Pentecostés también, alguno de estos – Pedro, por ejemplo – se ha equivocado y Pablo ha tenido que corregirlo. Pero el Señor prepara. (Cf. S.S. Francisco, 13 de enero de 2014, homilía en Santa Marta).

¿Qué me dice Dios a través del texto?
Siento que el Señor me está invitando a no olvidar que no puedo construir el Reino de Dios sola, que necesito de la colaboración de «otros». Al mismo tiempo siento la fuerte invitación de seguir dejando “redes” que de cierta forma me atan y me impiden dejarlo todo y seguirlo. Es cierto que hace algunos años Jesús me llamó primero a ser hija de Dios por medio del bautismo, más adelante a seguirle de una manera especial a través de la vida religiosa y hoy me sigue pidiendo que lo siga sin ninguna atadura, con libertad, con ganas de entregarlo todo por el Reino, de hacer comunidad con mis hermanas y hermanos.

El Señor me invita a no conformarme con las cosas, me invita a desacomodarme así como lo hicieron estos cuatros discípulos que tenían una vida y podría decir que estaban cómodos con lo que hacían, al fin y al cabo no era nada malo, pero Jesús, como a ellos, hoy me llama y me hace una propuesta que me lleva a desinstalarme, dándole una respuesta segura e inmediata.

¿Qué le digo a Dios?
Gracias Jesús por haberte fijado en mí y haberme hecho la invitación de seguirte y junto a ti construir el Reino de nuestro Padre. Gracias porque cada día me pides que deje mis redes y que tome las tuyas. Te pido mi buen Jesús que me regales la gracia de no perder de vista cuál es mi misión como discípula tuya, enséñame a proclamar y anunciar los valores que forman parte de tu Reinado. Enséñame a no anteponer mis proyectos sino más bien que los tuyos ocupen los primeros lugares en mi vida.



Jasmeiry De la Cruz
Novicia MAR

Comentarios

Entradas más populares de este blog

No llores si me amas. Carta de San Agustín a su madre (Santa Mónica).

LECTIO DIVINA- IV DOMINGO DE PASCUA-CICLO B- JUAN 10, 11-18

La Regla de San Agustín, Introducción y comentario de Nello Cipriani, OSA