Cambiar de “dios” a Dios
Ahora
que estamos celebrando la fiesta más grande para todo cristiano católico, la
Resurrección del Señor, quisiera hablarles de algo muy importante y que debemos
tenerlo en cuenta siempre, no sólo en este tiempo pascual, y es cambiar de “dios”
en minúscula a Dios en mayúscula.
Y
¿qué quiere decir eso de un “dios” en minúscula y un Dios en mayúscula?
El “dios” en minúscula del que les hablo es aquel que nosotros mismos hacemos, es decir, cuando dejamos que las cosas terrenas ocupen el lugar de Dios, por ejemplo, el dinero, el celular, el alcohol, los negocios ilegales, las infidelidades, la mentira, etc. cuando todas estas cosas ocupan un lugar importante e imprescindible en nuestra vida es señal de que ya lo hicimos “dios”. Y cuando esto pasa créanme que la vida empieza a no tener sentido aunque parezca tenerla, todo se nos empieza hacer monótono, nuestra mirada, pensamientos y actitudes se vuelven individualista y es ahí entonces donde no hay cabida para el Dios con letra en mayúscula.
El “dios” en minúscula del que les hablo es aquel que nosotros mismos hacemos, es decir, cuando dejamos que las cosas terrenas ocupen el lugar de Dios, por ejemplo, el dinero, el celular, el alcohol, los negocios ilegales, las infidelidades, la mentira, etc. cuando todas estas cosas ocupan un lugar importante e imprescindible en nuestra vida es señal de que ya lo hicimos “dios”. Y cuando esto pasa créanme que la vida empieza a no tener sentido aunque parezca tenerla, todo se nos empieza hacer monótono, nuestra mirada, pensamientos y actitudes se vuelven individualista y es ahí entonces donde no hay cabida para el Dios con letra en mayúscula.
Por
eso, es necesario que dejemos que el Dios con mayúscula resucite en nuestras
vidas, para que así sea Él el que reine y no permita que ningún “dios” quiera
apoderarse de nuestro corazón.
Tenemos
que darle a cada cosa su lugar, incluyendo a las personas. Ser conscientes que
cuando hagamos este cambio en nuestra vida entonces la vida tendrá otro color y
sabor. Cuando haga el cambio de “dios” a Dios, sabremos que no hay mejor dicha
que sentir que lo tiene todo y no le falta nada. Que cuando yo sigo a DIOS hago
vida las palabras de San Pablo:
«Y aún más, yo estimo como pérdida todas las
cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por
quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo». Flp 3:8
Jasmeiry De La
Cruz
Novicia MAR
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