LA NARIZ DEL CAMELLO, SIMILAR A LA IMPREVISIÓN DEL DIABLO.
Un antiguo relato cuenta que un árabe
viajaba con su camello a través del desierto. Cuando los agarró la noche, el
hombre levantó su tienda, amarró al camello y se fue a dormir.
Cuando el frío se hizo más intenso,
el camello metió su cabeza en la cama: —Maestro —susurró—. ¿Podría meter mi
nariz dentro de la cama? Hace mucho frío afuera.
—¡Por supuesto! —respondió el hombre.
Al poco rato el camello nuevamente
asomó la cabeza dentro de la cama. —Disculpe, mi amo, pero el frío es ahora más
intenso. ¿Podría meter toda la cabeza?
El hombre aceptó a regañadientes. Al
poco rato, el camello lo importunó de nuevo.
—Mi amo, si no introduzco mis patas
delanteras mañana no podré hacer el viaje.
—Está bien —respondió el hombre de
mala gana—. ¡Pero no más que eso!
Dice el relato que el camello no
molestó más por esa noche. Claro, no había razón para molestar. Cuando
amaneció, el animal estaba dentro de la cama, y el hombre estaba afuera.
Algo parecido ocurre en la vida
espiritual: «Si le das un dedo al diablo, se agarrará todo el brazo».
Ante esto hermanos las preguntas a
reflexionar son:
¿Hay en tu vida algún espacio donde
se pueda observar «la nariz del camello»? ¿Tienes alguna amistad cuestionable?
¿Algún hábito o vicio dañino (alcohol, cigarrillo, drogas)? ¿Dices mentiras
abusando de la cercanía y la confianza de los demás?
Diana Gómez
Novicia MAR

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